Artículo basado en la Conferencia
presentada por Andrés Oppenheimer
sobre seguridad jurídica / Fundación
hacia la Seguridad Jurídica – Imperio de la Ley

¿ CUÁL ES EL CAMINO PARA QUE LOS PAÍSES de América Latina garanticen su presencia en el espectro mundial, que ha sido opacada tras los acontecimientos del 11 de septiembre y de la Guerra de Irak y limpien su imagen de las ‘malas noticias’ que a nivel internacional se han regado? Para el periodista estadounidense Andrés Oppenheimer «solo vamos a poder salir del atolladero, adoptando la seguridad jurídica, el estado de derecho, en otras palabras es necesario pasar a ser países serios, dejando de ser países de hombres, para ser países de instituciones».

Este analista que durante varios años ha realizado coberturas periodísticas sobre América Latina, fue invitado el 25 de junio pasado a la Cena Anual de Premiación de la Fundación Hacia la Seguridad.

La ONG con sede en Ecuador y que cuenta con el apoyo de Friends of Rule of Law in Ecuador Inc., con sede en Washington, está encargada de llevar adelante un proyecto quinquenal de anticorrupción y reforma legal en Ecuador.

Hacia la Seguridad patrocina el programa televisivo de debate contra la corrupción Justicia para Todos y un programa semanal de radio con cobertura nacional sobre estos temas. La Fundación también trabaja en la eliminación de la basura legal y realiza un monitoreo de normas administrativas y judiciales.
Por ello, Hacia la Seguridad invitó al reconocido personaje para que comente sobre su visión actual de América Latina.

El experto inició su análisis indicando que existen muchas malas noticias en la región. Sin embargo aseguró que no es imposible cambiar a los países pese «a una cultura centenaria, la cultura del autoritarismo, la cultura del sálvese quien pueda».

Andrés Oppenheimer aseguró basado en su experiencia que «el mundo está lleno de ejemplos de países que cambiaron en poco tiempo pese a que venían de culturas tan ‘malas’ o con tantos problemas como las nuestras».
Por ejemplo España, hace 20 años, «era el país del relajo, donde nadie trabajaba. Su cambio económico desde hace 15 años ha sido importante. Irlanda era el país de la cerveza y de los borrachos y ahora es impresionante como ha pasado a ser de inexiste a una potencia. Singapur, Hong Kong, con su corrupción ha demostrado que se puede cambiar a un país de fortuna», explicó. De acuerdo al experto, no todos los ejemplos están lejos:

«Miren a Chile aquí a lado, ha tenido un crecimiento sostenido, ha reducido su pobreza a la mitad, en 20 años».

Las lecciones del modelo chileno

«Hace dos semanas en Miami se firmó el tratado de libre comercio entre Chile y EEUU, y entrevisté a la canciller chilena sobre cómo lo hicieron. Decía que lo notable que ha hecho Chile es que ha habido un consenso social sobre dos o tres temas en los que está de acuerdo la derecha, el centro y la izquierda. Esos temas son: políticas de Estado como el estado de derecho, la apertura económica y la disciplina fiscal.

La idea es que venga quien venga esos tres pilares se mantienen y yo creo que esa es la gran lección que deja Chile para los demás países de América Latina.

Lo que ha pasado en el resto de la región es que cada Gobierno que es elegido quiere refundar el país, entonces nos damos los bandazos que producen falta de seguridad jurídica, falta de confianza en las instituciones, falta de credibilidad en el país».

La segunda lección del caso chileno es que debemos ser países de instituciones, pues de lo contrario no vamos a ninguna parte. La idea es, por ejemplo, que los ciudadanos confíen en que es necesario pagar impuestos y que no se los roban los encargados de las instituciones.

La tercera tarea pendiente es atacar el tema de la corrupción y para ello hay que globalizar la lucha contra ella.

Una fotografía de América Latina

Pero para Oppenheimer actualmente existen malas noticias, para la región: «el producto interno regional está en su nivel más bajo en dos décadas, el desempleo está creciendo, no solo vemos fatiga en las reformas sino también fatiga democrática. Las últimas encuestas de Latinobarómetro en 17 países muestran que hace dos años la gente que creía en la democracia era mucho mayor que ahora. Cuando se pregunta a la gente si se siente satisfecha con la democracia solo el 27% responde que sí, hace dos años era el 40%. Se ve una insatisfacción generalizada por las reformas económicas de los 90, al mismo tiempo eso se ha reflejado en una ola de triunfo de la oposición de izquierda en varios países».

Para el experto, otra mala nueva es el evidente deterioro que existe entre las relaciones de América Latina con EEUU, tras el 11 de septiembre y la guerra con Irak. «Desde el 11 de septiembre América Latina se ha convertido en un tema irrelevante para EEUU. Durante su campaña el presidente George Bush dijo que iba a dar prioridad a América Latina, en sus primeros dos años hizo como cinco o seis viajes. Sin embargo, el 11 de septiembre terminó con todo eso. Para EEUU ahora su mejor aliado es Inglaterra.

Oppenheimer recuerda que «cuando me quejé una vez sobre la falta de atención que el gobierno daba a América Latina, uno de los funcionarios duros del Gobierno de Bush dijo: «Mi amigo, si va a haber una tercera guerra mundial, no va a empezar en Tegucigalpa».

Por todo ello, el panelista planteó la necesidad de tomar medidas urgentes. Y sobre ese tema señaló a dos sectores como los principales responsables:

Quienes son los responsables

Cómo convertirnos en países previsibles, en países fuertes? Para Oppenheimer, los primeros responsables para ello son los directores de los países: nuestros presidentes. También la prensa, dice el periodista, debe luchar contra la cultura de la tolerancia de la corrupción. «Me acuerdo de una entrevista que le hice al presidente Lucio Gutiérrez, le pregunté inocentemente, entre otras cosas por qué no le cambia el nombre del movimiento 21 de enero, que glorifica el golpe de Estado, el presidente electo me miró y me dijo que nadie le había planteado ni era un pedido general. Los periodistas también tenemos la responsabilidad por no presionar más a nuestros gobernantes».

De acuerdo a Oppenheimer, muchas veces es difícil interpretar el mensaje de un país como Ecuador. «Ahora leemos que se quieren borrar los legajos de los soldados que participaron en el golpe. Entonces desde lejos no se entiende bien cuando un presidente electo que tiene todo el estado de derecho atrás gracias a que ganó legalmente las elecciones glorifica un golpe de Estado». El problema de glorificar un golpe de Estado significa que creemos que hay golpes buenos y dictadores buenos. Entonces se corre el riesgo de volver a los tiempos de los Augustos Pinochets y de los Fideles Castros, dijo. «En mi experiencia de casi tres décadas de cubrir América Latina, no se si he encontrado muchas respuestas a todas las preguntas. Si hay alguna cosa que me queda claro es que no hay tal cosa como golpes buenos o dictadores buenos».

Openheimer no perdió oportunidad para reconocer el trabajo de Hacia la Seguridad, que según el periodista «no es un desafío entre izquierda y derecha o de norte y sur, o ideológico, sino es un desafío si vamos a ser países de instituciones o de hombres. Los primeros funcionan y los segundos no funcionan».