LA PRUDENCIA Y LA TOLERANCIA

ELEMENTOS PARA DICTAR UNA SENTENCIA DEBIDAMENTE MOTIVADA

altAutor: Dr. José Gracía Falconí

Este artículo, está dedicado a los distinguidos maestros de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador, que se han jubilado por razón de la edad, toda vez que la Ley Orgánica de Educación Superior, dispone imperativamente el retiro de los catedráticos universitarios, al llegar a los setenta años de edad.

Hoy, con ocasión del día del maestro, quiero dejar constancia de mi gratitud y reconocimiento, a nombre de muchas generaciones de abogadas y abogados, egresadas y egresados de esta Facultad, por la buena semilla sembrada por tan distinguidos juristas que han permitido con sus sabias enseñanzas, saber elegir lo bueno y hacer triunfar lo justo, dentro de los diversos campos en que se desenvuelve nuestra profesión de abogados.

Mi homenaje y gratitud personal, a la Facultad de Jurisprudencia de las Universidad Central Ecuador, al haberme permitido integrarme como profesor de las materias de Derecho Procesal Civil I y II; y de Práctica Civil, Mediación y Arbitraje en Pregrado; y en el Instituto de Postgrado, en la Escuela Judicial y en Docencia Universitaria, reconociendo que he recibido mucho más de lo que he dado durante estos más de dieciocho años de cátedra universitaria.

Hay una frase célebre, que en esta oportunidad quiero compartir con el amable lector de la Revista Judicial de Diario La Hora, que dice: ?Toda gran enseñanza tiene que empezar por el aquí y por el ahora, para llegar al allá y al más allá. Si alguien quiere enseñar a la gente algo que ésta no entiende debe comenzar por lo que sí entiende; por lo que la parábola comienza con el material que está cerca y que todos entendemos porque pertenece a su propia experiencia y a partir de allí les conduce a cosas que antes no entendían y que no habían visto antes?; como dice la educación para siempre: lo aprendido en la práctica no se olvida nunca y esto es la educación para siempre salva la distancia. Lo aprendido en el escenario de la historia no será olvidado nunca; pero también hay que recordar las palabras sabias del rey Salomón: ?Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia, más donde haya unidad habrá sabiduría.

Dentro de los fines de semana, tengo tiempo para revisar algunos libros jurídicos, especialmente que se refieren a la motivación de las sentencias y precisamente he leído varios, entre otros el libro del tratadista español Alejandro Nieto, sobre EL ARBITRIO JUDICIAL, en el que hace un análisis jurídico sobre la motivación de la sentencia, el arbitrio judicial y para entender los conceptos pone como ejemplo la ?Parábola del Portal de Belén?.

Igualmente he leído la obra del ilustre tratadista Eduardo J. Couture, sobre EL ARTE DEL DERECHO Y OTRAS MEDITACIONES, que analiza cómo deben actuar los jueces al momento de dictar una resolución y pone como ejemplo la Parábola de los Cuatro Príncipes.

El libro del tratadista español Jorge F. Malem Seña, titulado EL ERROR JUDICIAL Y LA FORMACIÓN DE LOS JUECES, en el cual se hace un estudio sobre la motivación de las decisiones judiciales, el conocimiento judicial de los hechos, el error judicial y especialmente la formación profesional del juez.

En el primer caso se trata sobre la prudencia, tema que analizo con detalle en mi obra LA CUANTIFICACIÓN DEL DAÑO MORAL, toda vez que el inciso tercero del Art. 2232 del Código Civil, en su parte pertinente, dice: ? (?) quedando a la prudencia del juez la determinación del valor de la indemnización (?)?. Igualmente en el libro de mi autoría cuyo tema es LOS JUICIOS PENALES DE ACCIÓN PRIVADA POR LOS DELITOS DE INJURIA, CALUMNIA, DIFAMACIÓN EN LA LEGISLACIÓN ECUATORIANA, en dos tomos; en el tomo II, en la página 165 y siguientes, en el capítulo titulado En Defensa de mi Honor y de mi Honra, trato sobre la tolerancia, tema sobre el cual también analizo con detalle en la obra Temas Jurídicos, al estudiar uno de los mandamientos del abogado.

Para comprender estos conceptos, los insignes juristas antes mencionados nos enseñan a través de parábolas, cómo deben entenderse los mismos.

ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA PARÁBOLA

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, señala queparábola, viene del latín parábola, narración de un suceso fingido del que se deduce por comparación o semejanza una verdad importante o una enseñanza moral.

¿QUÉ ES LA PARÁBOLA?

El Diccionario de Ciencias Eclesiásticas, señala que esta palabra griega significa conocimiento en la sagrada escritura, un discurso que presenta un sentido que tiene otro, pero que se puede conocer con un poco de inteligencia y atención.

Manifiesta, que las parábolas de los libros santos, son pues instituciones indirectas y comparaciones por rodeos, emblemas que ocultan una lección de moral, a fin de excitar la curiosidad y atención de los oyentes.

De tal manera, que la parábola tiene la gran cualidad de permitir y obligar al oyente a descubrir la verdad por sí mismo, pues la parábola abre la mente del oyente, a partir del lugar donde se encuentra para conducirlo al mismo a donde debe llegar.

PARÁBOLA DEL PORTAL DE BELÉN

En los primeros días del año 1 de nuestra era, acudió al juez de Belén el propietario de un portal o establo, denunciando que había sido éste ocupado por una pareja de forasteros, llamados José y María, quienes se habían instalado en él sin pagar renta y sin intención, al parecer, de abandonarlo con el pretexto de que les había nacido un niño y no estaban en condiciones de reanudar el viaje; solicitaba en consecuencia una resolución de desahucio y lanzamiento de los intrusos.

La situación era clara y el juez se disponía a pronunciar sentencia estimando la demanda con el apoyo de textos legales contundentes, cuando fue detenido por los ruegos de su esposa, también parturienta y de la misma tribu de los viajeros. Era explicable que el juez se identificase, a través de su esposa, con la situación de los intrusos, aunque tampoco resultaba sencillo dejar de aplicar una ley tan inequívoca y más tratándose de un vecino pudiente con el que siempre se había relacionado bien; sin olvidar el malestar que inevitablemente habría de provocarse entre las clases sociales propietarias de Belén que terminarían acusándole de falta de celo y con el riesgo consecuente de no volver a elegirle.

El caso se complicó más al poco tiempo con la aparición de los Reyes Magos, que también intercedieron a favor de los ocupantes y hasta puede que hicieran algún espléndido regalo al juez para mover su tolerancia. Decididamente, el asunto parecía perdido para el propietario; máxime cuando el magistrado no tenía problema alguno de conciencia, puesto que, independientemente del obsequio y de la influencia conyugal, entendía que su decisión era justa, pues sería cruel ponerles en la calle en lo más crudo del invierno y que podía justificarla razonando que los demandados no producían perjuicio alguno al actor.

Pero sucedió que, en vísperas de pronunciar sentencia, llegó a oídos la noticia de la política antiinfantil de Herodes, que se extendía, no sólo a los niños sino también a quienes los protegieran. Vemos, entonces, a un juez en apuros porque si absolvía se enemistaba con los propietarios de Belén (entre los que él mismo se encontraba) y, lo que es más grave, corría el riesgo de perder la carrera y hasta la vida por la cólera de Herodes; pero si ordenaba el desahucio padecerían sus sentimientos humanitarios, sería regañado por su mujer y tendría que devolver el regalo de los príncipes orientales.

Planteadas así las cosas, hojeó entonces afanoso sus libros, que no le sacaron de dudas porque en ellos se deducía que la ley podía ser interpretada de diversas maneras y que había precedentes para todos los gustos.

En estas circunstancias concretas, nadie puede predecir lo que va a decidir nuestro atribulado juez. No sabemos si se dejará llevar por las presiones de su esposa o por las ventajas resultantes de su cálculo estratégico respecto de Herodes y de sus vecinos. Lo único que sabemos es que una vez decidido el pronunciamiento -que es rigurosamente personal y bajo su exclusiva responsabilidad-, a la hora de redactar la sentencia silenciará rigurosamente las causas reales que han estado interfiriendo y, en su lugar, fundamentará el resultado -cualquiera que sea- con algún precedente que seguro ha de encontrar en la jurisprudencia del Tribunal de Jerusalén.

El autor antes mencionado señala, que existen intereses en juego en el presente caso; esto es: intereses propios del juez; intereses ajenos; cálculos estratégicos; factores mediáticos.

De lo anotado se colige que la parábola anterior, nos sirve para comprobar la presencia de unos factores de trascendencia variable según los casos, pero indiscutible, sobre la decisión. El juez podrá hacer caso omiso de los intereses que le presionan, mas nunca podrá ignorar su existencia. Y es que entre las interferencias extranormativas posibles ocupan los intereses probablemente el lugar más destacado.

Sabido es que los conflictos judiciales son conflictos de intereses,y se supone que han de ser intereses de los litigantes. Tal es, desde luego, la situación normal; pero tampoco llega a ser anormal la emergencia de intereses personales del juez que enturbian la situación?, así termina señalando el autor de esta parábola.

He aquí, la pregunta ¿cómo debe comportarse un juez al momento de dictar sentencia?, pues existe como consta en líneas anteriores, algunas variantes e intereses en juego, que en líneas posteriores lo analizo.

PARÁBOLA DE LOS CUATRO PRÍNCIPES

El profesor Eduardo J. Couture, expone como ejemplo la siguiente parábola que nos va a servir para distinguir, lo que es: justicia, libertad, orden y tolerancia.

El viejo rey llamó a sus hijos para confiarles el gobierno de cuatro comarcas de su reino.

Tú gobernarás el norte, dijo al primero. Gobernaré con justicia, respondió el hijo.

Tú gobernarás el sur, dijo al segundo. Gobernaré con libertad, respondió el hijo.

Tú gobernarás el este, dijo al tercero. Gobernaré con orden, respondió el hijo.

Tú gobernarás el oeste, dijo al cuarto. Gobernaré con tolerancia, respondió el hijo.

Pasado un tiempo, el rey llamó a los súbditos de las cuatro comarcas para preguntarles por las cosas del reino.

Los del norte se quejaron del rigor de su príncipe. Es justo, dijeron, pero su justicia es muy dura. Comenzó por despojar a los ricos de sus riquezas, con lo cual los ricos le odiaron. Las dio a los pobres, pero muchos de éstos no supieron conservarlas, con lo cual se formó una nueva riqueza de los astutos. Ahora estudia la manera de despojar a los astutos. Vivimos litigando, los procesos se eternizan y los jueces no son infalibles. Para conquistar la justicia, hemos perdido la paz, y hoy no tenemos ni paz ni justicia.

Los del sur se quejaron de la debilidad de su príncipe. Vivimos en libertad, pero la libertad ha degenerado en el libertinaje, dijeron. Los comerciantes se enriquecen desmesuradamente; los industriales imponen a sus obreros condiciones inhumanas; los diarios no tienen freno alguno y los adversarios del gobierno conspiran amparados en nuestras libertades. El príncipe nada resuelve, pues considera que esa libertad es la felicidad del pueblo.

Los del este se quejaron de la tiranía de su príncipe. Ha implantado, dijeron, un Estado policial. El orden impera en el reino, pero es un orden detectivesco; la policía ha entrado en el reducto de nuestros hogares, sigue cada uno de nuestros pasos y vive en acecho hasta de nuestros pensamientos. Ahora ha comenzado la delación, muchas veces los hijos delatan a los padres. El miedo se ha posesionado del reino.

Los del oeste se quejaron de la tolerancia de su príncipe. Pero no pudieron ponerse de acuerdo en lo que el reino necesitaba, pues unos pedían más justicia, otros más libertad y otros más orden.

El rey llamó a sus hijos para exponerles las quejas de sus súbditos. Todos reconocieron que su obra se hallaba en sus comienzos y que necesitaban, todavía, muchos años en el poder. Alguno de ellos reconoció que sus propósitos requerían, para ser satisfechos, un tiempo más largo que su propia vida.

Oído esto, el padre llamó al cuarto hijo a su lado. A mi muerte, le dijo, gobernarás el reino. Pondrás en vigor los anhelos de justicia de tu hermano mayor, los de libertad del segundo y los del orden del tercero. Tu tolerancia te permitirá obtener todo aquello que tus hermanos no lograron. Ama la justicia, pero tolera ese poco de injusticia que los hombres por sí solos no pueden remediar; ama la libertad, pero tolera las necesarias restricciones a la libertad que aseguran la justicia y el orden; y ama el orden, pero tolera ese poco de desorden necesario para asegurar a nuestro pueblo los beneficios de la justicia y de la libertad.

En estos días se está celebrando el himno contra la intolerancia que cumple 20 años, esto es se refiere a la película cubana Fresa y Chocolate, que recalco cumple este año dos décadas de éxito contra la intolerancia. Entre otros premios, la cinta antes mencionada obtuvo el Oso de Plata en el festival de Berlín, el Goya de España, y fue la primera vez hasta ahora la única candidatura del Oscar de Cuba; y esto a propósito de la discusión a nivel internacional, específicamente que la Suprema Corte de los Estados Unidos está realizando sobre el matrimonio de personas del mismo sexo.

PARÁBOLA DEL JUEZ INICUO (DE LA VIUDA Y DEL MAL JUEZ)

Para entender nuestro ordenamiento jurídico, especialmente en materia penal, es necesario estudiar la Biblia -Antiguo Testamento- los cinco libros del Pentateuco, en este caso el Deuteronomio, además del Libro de los Jueces, pero también los Evangelios -Nuevo Testamento-, recordando una vez más que la Parábola que contiene la palabra del Maestro Jesús, no solo enseña, sino que interpela, denuncia, anuncia algo que es diferente de lo que sucede en la vida, desconcierta por su final inesperado, hace reflexionar, exige una respuesta, pide una toma de posición, un cambio, una conversión; de tal manera que escenas de la vida de cada día aparecen en las parábolas del Evangelio, y una de ellas referentes al tema del presente artículo, es aquella que se refiere al juez inicuo, que maltrata a todos (Lucas 18-1-8).

Esta parábola trata sobre la viuda y el mal juez, señalando lo siguiente:

1. Propúsoles también esta parábola para hacer bien que conviene orar permanentemente y no desfallecer;

2. Diciendo: en cierta ciudad había un juez que ni tenía temor de Dios, ni respeto a hombre alguno;

3. Vivía en la misma ciudad una viuda, la cual solía ir a él, diciendo: hazme justicia de mi contrario;

4. Más el juez en mucho tiempo no quiso hacérsela. Pero después dijo para consigo. Aunque yo no temo a Dios, ni respeto a hombre alguno.

5. Con todo, para que me deje en paz esta viuda, le hare justicia, a fin de que no venga de continuo a romperme la cabeza.

6. Ved, añadió el Señor, lo que dijo un juez inicuo

7. Y ¿creereis que Dios dejará de hacer justicia a sus escogidos que claman a Él día y noche, y que ha de sufrir día y noche que se les oprima

8. Os aseguro que no tardará en vengarlos de los agravios. Pero cuando viniere el Hijo del hombre, ¿Os parece que hallara fe sobre la Tierra?

Nota: San Lucas era natural de Antioquia y médico.