Autor: Paúl Arellano Sarasti

Resumen

La emergencia sanitaria mundial ha tenido un impacto en la salud, la economía y especialmente en el denominado “Buen Vivir” que se encuentra plasmado en el nuevo constitucionalismo latinoamericano, lo que nos lleva a repensar en los derechos constitucionales, paradigmas económicos y su debida ponderación y aplicación para una posible salida a la crisis.

Objeto del artículo

Analizar y evaluar la situación actual en Latinoamérica, para aportar con las posibles salidas a la emergencia sanitaria y económica desde el punto de vista constitucionalista económico.

Ponencia

La aparición del virus COVID 19, repercute en el Derecho al “Buen Vivir” definitivamente, nos lleva a analizar, valorar, ponderar, definir y redefinir los derechos fundamentales de las personas.

El nuevo constitucionalismo latinoamericano se ha puesto a prueba, especialmente en Ecuador y Bolivia donde “Las nuevas constituciones han permitido el ingreso de la ciudadanía, en particular el de los grupos más postergados, a través de las secciones sobre sus derechos” (Roberto Gargarella 2018).

El derecho a la salud en estos momentos, evidentemente, ha sobrepasado a los demás derechos, podríamos decir que los derechos: económicos, patrimoniales, a la libertad de tránsito, el de asociación, el de libertad de expresión, el del acceso a la educación, a la seguridad jurídica, en fin podríamos seguir enumerándolos, en estos momentos no trascienden frente a la necesidad mundial del derecho a la salud.

El derecho a la vida, es el más importante sin duda, que en la crisis sanitaria que vivimos nos invita a reflexionar, hace un año hablar del peligro de la salud mundial, de cerrar fronteras y aeropuertos, de no saludar con la mano, de cuarentena, de escases de ataúdes y espacios en cementerios, era impensable e impredecible.

Es por esto que algunos de los Estados del mundo en pleno uso de su derecho y facultades soberanas, han cerrado fronteras, han ordenado cuarentena o confinamiento de personas y ciudades enteras, han destinado cuantiosos recursos para enfrentar la emergencia, en general han dispuesto estados de alerta o emergencia y la limitación de los derechos constitucionales de las personas, con el fin de evitar la propagación del virus como medida para evitar la muerte de los miembros que son parte de su Estado.

Sin duda el impacto más grande de la pandemia del virus COVID-19, luego de las numerosas muertes, es el económico a escala mundial, no sólo en América Latina que ya tenía un decrecimiento en su economía, muchas empresas transnacionales cerraron o se declararon en procesos de quiebra, y de igual manera pequeños negocios que en la actualidad simplemente han cerrado sus puertas como peluquerías, puestos de comida, ferreterías, agencias de viajes y muchos otros negocios pequeños, personas desempleadas sin su liquidación, la quiebra es en todos los estratos económicos, menos en el tecnológico que ha tenido un crecimiento exponencial.

Esta serie de impactos que ha generado el confinamiento, ha puesto a los gobiernos a ponderar los derechos constitucionales, por un lado tenemos el derecho a la salud, y por el otro el derecho al trabajo, la libre empresa, por un lado tenemos personas que mueren a causa del virus y por otra personas que no tienen que comer ya que viven del ingreso de su trabajo diario, lo que en suma es o contagiarse del virus o morir de hambre.

La producción y comercialización de bienes suntuosos o que se creían indispensables quedaron de lado, varias empresas se dedican a producir mascarillas, trajes de seguridad, respiradores mecánicos, desinfectantes, alcohol.

La producción y comercialización de alimentos agrícolas y ganaderos se priorizaron con el fin de garantizar la seguridad alimentaria.

El impacto en la economía mundial se evidencia en la reducción del consumo y la caída del precio del petróleo a niveles nunca antes vistos, los vehículos no se venden, el turismo nulo o inexistente, por otro lado los hospitales públicos y privados abarrotados, farmacéuticas y supermercados que duplicaron sus ventas e ingresos.

A pesar de que América Latina ha reducido sustancialmente la pobreza desde el cambio de siglo, se evidencia que más del sesenta por ciento de la población permanece por debajo de veinte dólares por día de ingresos (Fuente Mckinsey), lo que se traduce en un inequitativo reparto de la riqueza, concentración de ingresos en pocas personas, inequidad social, subempleo, situación regional latinoamericana que se agrava aún más por la emergencia sanitaria.

Estos cambios repentinos nos hacen analizar que ninguna política económica, sanitaria, sistema de salud o sociedad desarrollada o en desarrollo, pudo prever este cisne negro que nos lleva a repensar las prioridades de la sociedad y la persona a escala mundial.

Reflexiones Finales

Existe una salida

La salida a la crisis de salud es sin duda la vacuna, que desde ya se evidencia la lucha de las grandes potencias económicas por captar su posicionamiento a nivel mundial con la comercialización masiva de la misma, lo que en teoría solucionaría el problema de salud, pero nos queda el siguiente problema que podría ser el más grande y grave, que es el económico.

La solución para América Latina podría ser sin duda el apoyo irrestricto a la economía popular (paradigma económico contemporáneo), lo que al corto plazo permitirá reducir el asistencialismo por parte del Estado con víveres o bonos económicos otorgados excepcionalmente para paliar la crisis, el impulso del microcrédito para incentivar los emprendimientos personales, que ya se evidencian a pesar del confinamiento con la utilización de la telemática y de redes sociales, fomentar la realización de las personas, es decir el desarrollo pleno de la economía “popular y solidaria”.

La microeconomía es la que debe cambiar para salir de la crisis, los consumidores deben dejar de comprar en las grandes tiendas, y más bien adquirir en las tiendas o pequeños comercios de su barrio, adquirir productos nacionales o elaborados artesanalmente, solo con esta acción se mejoraría significativamente la economía de varias familias que viven de sus ventas diarias.

Apoyar a los emprendimientos que iniciaron en esta pandemia, consumir los productos locales, producir bienes y servicios, hacer que la economía familiar empiece a generar ingresos lo que implica sin duda mejorar la economía.

Como el dicho popular “en lugar de darles pescado a los hambrientos hay que indicarles a pescar”.

Por otra parte los miembros de los países de América Latina deben empezar a empoderarse de las nuevas Constituciones Latinoamericanas y no permitir que “la organización del poder que todavía hoy predomina en una mayoría de constituciones de la región siga estando definida por los rasgos elitistas y autoritarios propios del momento liberal-conservador que rigiera en América Latina entre los años 1850 y 1890” (Roberto Gargarella, 2015).

Para terminar quisiera hacerlo con la frase “Un pueblo tiene derecho a imaginar su futuro” (Jules Michelet 1846), y el futuro empieza ahora.