Niños a la guerra por TV

Por: Lic. Osvaldo Agustín Marcón
Ex-Presidente Colegio Profesional
de trabajadores Siociales de la Provincia De Santa Fe – Argentina
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L A NUEVA GUERRA TIENE VARIAS PARTICULARIDADES . Una es la elevada difusión mediática que facilita su llegada al seno de la mayoría de los hogares. Esto contribuye a que todo sujeto regularmente articulado a la civilización contemporánea pase a formar parte del escenario casi con independencia de su voluntad. De allí el impulso dado a la difusión televisiva por estrategas de ambos bandos. Tan importante es esta dimensión de la guerra que lleva a la adquisición de cadenas televisivas del mundo musulmán por parte del poder económico occidental. Parece obvio señalar qué escaso sentido tendría tal estrategia si no estuviera comprobada su incidencia sobre la voluntad política que se construye globalmente. Versiones de la situación bélica son introducidas minuto a minuto a los hogares mediatizados.

Es entonces inevitable el contacto de los niños con la tensión por imágenes. No son pocas las constataciones que prueban el efecto subjetivo de la situación internacional sobre los niños. De acuerdo con la edad que cursan, perciben y usualmente re-accionan preguntando acerca de los porqué. Vale recordar que normalmente el niño percibe al adulto como protector. Pero si tal adulto pierde su condición de protector ante un peligro mayor (en este caso lo que imagina sobre la guerra) deviene lógico que pueda sentirse desprotegido.

Ante esto puede ser interesante discutir qué hacer desde la posición de adultos para proteger el imaginario de niños que no mantienen cercanía física pero sí participan de las hasta ahora virtuales ondas expansivas de la guerra. O sea: tratar de encontrar la forma de que accedan a la realidad de un modo proporcionado, con posibilidades, garantizando las singulares necesidades evolutivas. Por otra parte, difícilmente la forma que sirve para un niño sirva para todos. No existen fórmulas o recetas genéricas pre-concebidas.

Influencia de la TV

Ante las evidencias guerreras actuales pretender «apagar el televisor» constituiría un camino reduccionista e impracticable. La TV está integrada al modo dominante de ser-en-este-mundo y sus efectos son entonces contundentes. Ella dirige su acción al nivel psicológico y desde allí tiñe la totalidad individual y social. Recordemos que frente a las imágenes de la televisión los niños son casi siempre sujetos pasivos, más pasivos aún que los adultos. Paradógicamente esto es lo que hace posible desarrollar conductas defensivas orientadas a convertir esta relación de niños-TV en condiciones para la elaboración de situaciones que pueden ser percibidas como amenazantes (en este caso la guerra). Es posible dar forma y fortalecer el nivel psicológico desde la educación tanto formal (escuela) como informal (otros ámbitos y espacios cotidianos), que incluye muy especialmente el aprendizaje.

El poder de la TV se asienta sobre el psiquismo del receptor y su conducta resultante: la pasividad. Nada de esto es irreversible. Para ello es necesario impulsar el lento y doloroso proceso de admitir que en general los adultos no sabemos ver televisión. Como sólo puede educar quien está educado es necesario aprender y educarnos en tal sentido. Recién luego es posible educar a los niños para adaptarse activamente (ergo: adaptarse resguardando las posibilidades de transformación) a la violenta realidad.

Actividad frente a la TV

De lo que se trata, aunque esto puede extenderse mucho más allá de la actual situación de guerra, es de aprender a desarrollar un tipo de actividad frente a la TV que dé forma al Hombre con espíritu crítico, distinto del Hombre «crítico-light», siempre listo para enrolarse en la pseudo-crítica que promete un cierto estatus intelectual pero que se caracteriza por un análisis deficiente, cuando no inducido por ciertos comunicadores. El espíritu crítico se logra recorriendo sistemáticamente los hechos. Una muy escueta -no la única- posibilidad metodológica es la siguiente:

Paso 1: Denotativo. ¿Qué veo y escucho?

Paso 2: Connotativo. ¿Cómo «resuena» el mensaje en mi interior?

Paso 3: Síntesis intermedia. ¿Por qué «resuena» de tal modo?

Paso 4: Sospecha. ¿Tendrá alguna intención ideológica especial? ¿Directa, indirecta o encubierta? ¿Es evidente o velada? ¿Es explícita o implícita? ¿Hay elementos que la prueban o está sólo en mi imaginación?

Paso 5: Conclusión – Síntesis de todos los elementos trabajados en los primeros pasos.

Deberíamos comprehender que la televisión no es la realidad. Sólo es parte de ella y la refleja subjetivamente. Debe, en consecuencia, estar a su servicio y no la realidad al servicio de la televisión. La TV es medio y no fin. Los niños pueden y deben aprender aún en situación de guerra. Pero sólo enseña el que sabe.Un niño abandonado frente al televisor, ante todo, es un niño abandonado.