CÓMO SE GANAN LOS JUICIOS
La preparación del caso

Resumido por el Lic. Víctor R. de Frías C.
Santo Domingo – Rep. Dominicana
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L A PREPARACIÓN DEL CASO ES UN TRABAJO AGOTADOR , laborioso y, a veces, decepcionante, pero es una obligación sagrada que un abogado litigante contrae con su cliente. Se dice que, los grandes abogados litigantes del pasado eran básicamente oradores brillantes que, para ganar sus casos, confiaban más en la retórica que en el estudio de los hechos. Al dirigirse al jurado, gente mucho más sencilla y menos preparada que los de ahora, solían citar la Biblia y los pasajes de la Enciclopedia Británica u obras literarias famosas, para conmover a sus oyentes.

«Aquellos días no volverán. Se le acredita a Edward Williams el haber inspirado a la nueva generación de abogados litigantes que se distingue principalmente por la acuiciosa preparación del caso y no, solamente por su oratoria. Demostró el éxito de sus métodos con una larga serie de asombrosas victorias judiciales en los años cincuenta y sesenta, poniendo un ejemplo para que lo siguieran todos los profesionales del derecho.

«Los cimientos de una buena preparación consisten en una buena investigación. Lo malo es que los buenos investigadores son aún más raros que los buenos abogados litigantes, que de por sí son muy escasos. A los estudiantes de leyes se les proporcionan tan pocos conocimientos en materia de investigación que difícilmente podrán juzgar si el trabajo que entrega un investigador es excelente, bueno, mediocre o incompetente. Por lo tanto, si usted desea ser un buen abogado litigante, tiene que aprender a trabajar como investigador y este tipo de capacitación, lo necesita buscar usted mismo.»

«¿Cómo se describe a un buen abogado investigador? ¿Cómo define usted a un buen abogado litigante?

En vez de aventurarme a responderlo, prefiero usar las famosas palabras del juez Potter Stewart, miembro de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, quien después de tratar sin éxito de definir la pornografía finalmente dijo: «no puedo definirla, pero la reconozco cuando la veo».

Lee Bailey recomienda conseguirse buen equipo de apoyo que le ayude en la investigación.

El autor recuerda que la evidencia que se presenta durante un juicio es de diversos tipos: escitos (pruebas documentales), armas (cuerpos de delito), grabaciones de audio y video (pruebas electrónicas), fotografías, evidencia científica tales como rayos x, huellas dactilares, electrocardiogramas, pruebas de ADN, peritaje caligráfico, y finalmente las declaraciones de los testigos (prueba testimonial). Sin embargo, señala que en la actualidad el 90 por ciento de lo que realmente se litiga en los tribunales norteamericanos son las declaraciones de los testigos. Y las razones de ello se deben a las deficiencias de las facultades humanas. El autor opina que un buen testigo es aquel que tiene «agudeza de percepción, excelente memoria, habilidad para expresarse claramente y es veraz, todo ello y en este orden».

Resumiremos estas cualidades:

1. Percepción.

El testigo normalmente dice haber visto o escuchado algo. La forma en que percibimos los hechos no siempre responde a la realidad. A veces creemos haber visto algo, cuando en realidad nuestra psiquis ha hecho alguna inferencia para explicarse la razón de ciertos hechos. D estaba en el parque en un banco cerca de E y F, quienes parecían discutir algún asunto. En el momento en que D se distrae mirando las palomas suena un disparo y F cae muerto. Lógicamente, cuando D vuelve la vista observa que E tiene un revólver en la mano. D le declara a la policía que él estaba presente cuando E le disparó a F hiriéndolo de muerte. Posteriormente se descubre que E simplemente trató sin éxito de evitar el suicidio de F. ¿Porqué declaró D que él vio a E dispararle a F? Simplemente porque su psiquis le jugó una mala pasada; él dedujo la explicación más lógica desde su punto de vista, desechando inconscientemente la posibilidad del suicidio.

2. Memoria.

La memoria se desvanece con el tiempo y a medida que ello sucede se vuelve más vulnerable a la sugestión. Si Ud. ha sido testigo de algún hecho delictivo o criminal probablemente le interroguen repetidas veces diferentes interrogadores, algunos de los cuales tratarán de «ayudarle» a recordar, con lo que se corrompe su propia versión de los hechos. Otra forma de corromper su visión de los hechos es la confrontación con la versión de otros testigos.

3. Comunicación.

Otro de los problemas con que se enfrenta el interrogador es la dificultad de comunicación del testigo. No basta tener buena memoria ni una correcta percepción de los hechos que serán relatados: otro aspecto importante es la capacidad del testigo para comunicarse correctamente. A veces es importante que el testigo se sienta relajado durante el interrogatorio, pues eso ayuda a que el testigo utilice lo que se llama «lenguaje corporal».

4. Veracidad.

El testigo puede tener diversas razones para no decir la verdad. De todas las cualidades, esta es la más importante. El testigo puede tener excelente memoria, buena percepción y sabe comunicar sus ideas, pero si el testigo tiene alguna razón para mentir el caso se arruina.

Un buen investigador debe tener una mente inquisitiva «templada por el conocimiento de la mente humana» y ser buen observador (ser buen observador supone que uno observa al testigo en sus gestos y ademanes, buscando lo que éste no dice con las palabras, sin que el testigo se dé cuenta de que está siendo observado). En la preparación de caso, el abogado debe tener en cuenta las cuatro cualidades arriba señaladas cuando interrogue al testigo; saber sortear estas deficiencias es algo que su cliente espera de él.

«Un investigador diestro estará alerta, en busca de cualquier inconsistencia, debida a fenómenos psicológicos, en la historia narrada por un testigo. (…)
Si el testigo es un amigo del sujeto de la investigación, entonces como es natural él querrá ayudarlo, y la narración que se haga de los eventos estará matizada por el deseo de favorecer a su amigo. O bien puede ser que el testigo haya sufrido un trauma anterior que distorsione su juicio. Una mujer, por ejemplo, que haya sido víctima de una violación y que sorprende a una pareja «in fraganti» deducirá que a la mujer la están violando.»

Algunos investigadores suelen requerir de los testigos una declaración escrita de sus narraciones, como una forma de tener al testigo a la mano, como forma de que éste no pueda variar posteriormente lo que ha declarado. Bailey se muestra opuesto a esta práctica, por cuanto el testigo podría cambiar en el tribunal su declaración argumentando que no leyó con mucha atención la transcripción de sus palabras antes de firmar el documento, y confiesa que en su práctica como abogado litigante sólo ha recurrido a la transcripción de la entrevista previa con el testigo cuando éste ha manifestado sentirse cómodo con ese procedimiento.

Cómo llamar a un testigo

La deposición de un testigo en audiencia supone dos fases. Durante la primera de ellas (examen directo) el testigo cuenta su historia en beneficio de la parte que ha requerido su testimonio; la segunda fase (el interrogatorio) es aquella donde el testigo debe explicarle a la contraparte ciertos detalles de su relato y cómo tuvo conocimiento de los mismos. Por supuesto, la parte que ha presentado al testigo tiene la oportunidad también de hacer preguntas para aclarar los puntos que sean de su interés.

Muchos abogados temen que el testigo revele que ha conversado con ellos antes del juicio. Ese temor es infundado y se debe la mayor parte de las veces a que el jurado y «el público desconfía(n) mucho de los testigos que han sido aleccionados por los abogados, ya que es bien conocido que éstos intervienen para instruir al testigo en lo que tiene que declarar», es decir que le piden que mienta. Sin embargo, fuera de tales conversaciones antiéticas e inmorales es normal y hasta sano que el abogado converse con el testigo para que le dé detalles que le ayuden a preparar la defensa (o la acusación, en el caso de los fiscales). Además, los testigos casi siempre se muestran nerviosos de tener que deponer en un juicio, por lo que es deber del abogado instruirlo sobre el procedimiento que se seguirá, y vencer las aprehensiones del testigo; «es importante que el testigo entienda cuáles puntos van a litigarse, cómo se relacionan con su testimonio y qué es lo que éste debiera demostrar. Al mismo tiempo, explíquele qué es lo que sostiene la oposición y cuál evidencia, si es que hay alguna, han utilizado o pueden utilizar para refutar su evidencia. El hecho de comprender el significado de su participación ayudará mucho al testigo a mantenerse firme y conservar la calma cuando esté sometido a un interrogatorio. Si no está prevenido contra las preguntas que puede hacerle el abogado de la parte opuesta, podría asentir fácilmente en un punto que a él le parezca que no tiene importancia, pero que sí la tiene, o sostendría con demasiada tenacidad algún otro punto que no esté muy claro (…) Explíquele que podrá cambiar cualquier declaración anterior, pero que entonces deberá tener muy buenas razones para explicar porqué se equivocó.» En consecuencia, es necesario que el testigo comprenda que no es ilícito que sostenga conversaciones con el abogado antes de la audiencia y hágale saber que no tiene que ocultarle al tribunal ni a los abogados de la contraparte que tales conversaciones han existido; «tal negación pone al testigo en grandes apuros: los abogados y los jueces lo presionarán implacablemente, (pues saben perfectamente) que nunca se llama al estrado a un testigo «en frío» y que virtualmente existe una plática preliminar entre él y el abogado que lo interroga.»

Por último, Bailey nos ofrece un útil consejo: «Si a pesar de sus mejores esfuerzos, usted concluye que su testigo es un tipo que se pasa de listo, o un neurótico inveterado e incurable que se sentirá agradecido cada vez que se le dirija cualquier pregunta, bórrelo de su lista de testigos si puede prescindir de él. Un mal desempeño de cualesquier de los testigos puede ser muy dañino para su causa, y es seguro que la oposición lo capitalice en el alegato. Si es absolutamente esencial para su causa, y nadie más puede proporcionar una evidencia similar, entonces usted no tiene opción más que asumir el control.»

Principios Fundamentales del Interrogatorio

1. Control.

El interrogador debe controlar en todo momento al testigo. Ese objetivo se logra evitando en cuanto sea posible hacerle preguntas que comiencen con qué, cuándo, dónde, porqué y cómo, porque este tipo de preguntas por lo general requieren una respuesta descriptiva y prolija, lo que le permitiría al testigo escapar del control del interrogador. Las preguntas deben ser del tipo «dirigido» y deben tener una respuesta implícita: en lo posible la pregunta debe tener una respuesta monosílaba positiva o negativa.

2. Velocidad.

Las preguntas deben sucederse rápidamente de modo que el testigo no tenga tiempo de acomodar las respuestas. Las únicas pausas que debe dársele al testigo son las que hace el interrogador cuando lanza ciertas preguntas que deben grabarse en la memoria del juez . Lee Bailey señala que el rápido martilleo se traduce en una forma de presión cuyo objetivo es forzar que una respuesta verdadera y exacta brote voluntariamente del subconsiente del testigo.

3. Memoria.

El interrogador debe memorizar detalladamente los datos esenciales del caso antes de llegar al tribunal. Ello implica que el abogado interrogador habrá de conocer el lugar de los hechos y cómo sucedieron éstos. Pero sobre todas las cosas, el interrogador deberá memorizar las declaraciones previas del testigo. Si se cumple fielmente esta regla, el testigo se dará cuenta de que su interrogador conoce todos los detalles, lo que lo obligará a dar una versión sino exacta por lo menos muy próxima a la verdad.

4. Sintaxis.

El estilo de las preguntas debe ser franco y directo. Deben estructurarse para ser contestadas en lo posible con un sí o un no. Esto no quiere decir que el interrogador deba dirigir al testigo, sugiriéndole con su propia pregunta la respuesta que espera de él. Lo que debe procurar el interrogador son respuestas cortas.

5. Lógica.

Las preguntas deben estar organizadas de forma que cada grupo de preguntas versen sobre un punto específico hasta agotarlo. El interrogador debe procurar la búsqueda lógica de los hechos y de sus detalles.

6. Momento oportuno.

Por lo regular, todo interrogador tiene una pregunta «bajo la manga» de la cual depende en gran parte la solución del litigio a su favor . El interrogador no puede lanzar esa pregunta a ciegas sino que debe aprovechar el momento oportuno. Esa oportunidad raras veces llega al azar, por lo que el interrogador debe preparar el momento. Ello se logra con lógica y tino, obteniendo del testigo respuestas de las cuales tenga que afrontar las consecuencias posteriormente. Cuando el testigo esté acorralado por sus propias palabras, el interrogador habrá encontrado la oportunidad que buscaba.

7. Actitud.

El interrogador deberá mantener una actitud «cortés, pero firme». Se abstendrá de ser sarcástico o irónico, salvo cuando se quiera poner en evidencia las mentiras del testigo. Cuando se interrogue a la víctima se evitará zaherirla: esa persona ya ha tenido suficiente con haber padecido los hechos que la han llevado al tribunal.

8. Terminación.

Lee Bailey afirma que el mejor momento para dejar a un testigo a su propia suerte es cuando se le confronte en su punto más débil. El interrogatorio debe concluir cuando el interrogador haya creado en el juez serias dudas en torno a las afirmaciones del testigo.

F . Lee Bailey es uno de los abogados litigantes más prominentes de los Estados Unidos, en virtud de su brillante trabajo en varios casos que han tenido gran eco en los medios de comunicación, como el de «El estrangulador de Boston», y el del capitán Ernest Medina y de Patty Hearst, Las actividades del autor no se han limitado a los tribunales.

Es autor de dieciséis obras que incluyen una serie de manuales publicados por la Lawyers Coop Publishing, dos libros sobre su carrera en el foro y una novela de gran venta, Secrets. Las conferencias que ha dado en universidades; convenciones, simposios y diversas reuniones de profesionales ya suman más de 2.000.

El libro Cómo se ganan los juicios. El abogado litigante se basa en un ciclo de conferencias dado en la Universidad de Harvard a los alumnos de primer año de la Escuela de Derecho de dicha universidad.

F. Lee Baile, formó parte del equipo de la defensa de O. J. Simpson cuando fue juzgado por el crimen de su ex-exposa

1. La edición en español ha sido confiada a la Editorial Limusa, S. A., Noriega Editores, México, 1995.
2. La colocación de esta coma es innecesaria. La traducción del libro al español tiene un deficiente manejo de la puntuación en algunos pasajes.
3. Se trata de Edward Bennett Williams.
4. Esta muy válida recomendación sólo es aplicable en nuestro sistema a la fase de investigación del caso. Nuestro procedimiento de audición de testigo, denominado «informativo testimonial» exige que el abogado dirija la pregunta no directamente al testigo sino al juez, que en caso de que lo estimare conveniente la transmite a su vez al testigo, quien debe permanecer de frente al juez mientras ofrece sus respuestas.
5. El juez en nuestro sistema de derecho, pues la ley de organización judicial 821 no contempla la institución del jurado.
6. El juez en nuestro caso.