La exhibición de los detenidos ante los medios de comunicación

Por: Dr. Ernesto Pazmiño

Defensoría Pública

La presentación y publicación de personas aprehendidas por la policía ante los medios de comunicación es una práctica que debe ser corregida en el sistema penal, en especial por las siguientes razones:

1.- Porque viola derechos y garantías.-

La policía debe entregar inmediatamente ante un juez ?autoridad judicial? a las personas detenidas, tal como lo exige el artículo 7(5) de la Convención Interamericana de Derechos Humanos. Para ello, hay que dejar en claro que ?poner a disposición? no es lo mismo que ?entregar?, pues bajo esta primera fórmula se puede prescindir de la presencia física del detenido con simplemente remitir los atestados o partes policiales a la autoridad[1]. Sin embargo, al ser presentados los capturados primero ante los medios de comunicación, se conculcan derechos y garantías como la presunción de inocencia, la defensa, la honra, el buen nombre, la propiedad de la imagen personal, entre otros.

2.- Porque dificulta la defensa.-

Presentar a una persona ante los medios de comunicación y rotularla como ?delincuente? dificulta el ejercicio del derecho a la defensa. Cuestiones como la ?aparición? noticiosa de los antecedentes penales o el registro de detenciones indisponen la tutela judicial efectiva del detenido. Los operadores de justicia no dejarán subjetivamente de concebir a la persona procesada como un desviado[2]. Esto reduce las expectativas reales de la defensa técnica del procesado; no se descarta que, tanto jueces como fiscales, se sientan presionados por la noticia criminal construida por los medios de comunicación[3].

3.- Porque cosifica al procesado.-

Las personas presentadas no sólo que son afectadas moral y psicológicamente, sino que son cosificadas, es decir rebajadas insensiblemente al plano de objetos de la información y no sujetos con dignidad humana[4]. El avergonzamiento público, determinado aún más por la exposición del cuerpo obligado a uniformarse de delincuente, marca un momento lesivo en la vida del procesado, pues aunque sea absuelto o sobreseído, la sociedad (entorno familiar, amistades o barrio) no dejará de tratarlo como un ?bicho raro?. A ello se suma la latente discriminación que son víctimas, devenida en forma de estereotipos construidos sobre los detenidos[5]. No es raro entonces que se manipulen delictualmente categorías sospechosas de discriminación como la nacionalidad, la procedencia étnica, el origen regional, la condición socioeconómica, el pasado judicial, la edad o las características físicas.

4.- Porque aumenta la percepción de inseguridad.-

El aumento de noticias de delito contribuye a la elevación de la sensación térmica de inseguridad; mientras más personas capturadas aparezcan ante los medios, mayor es la percepción de inseguridad. La eficacia de las agencias policiales en su lucha contra el crimen es desplazada por la sensación de sentirse cada vez más vulnerable frente al delito. Esta no es una simple coincidencia, sino una deliberada estrategia de los medios de comunicación para influir ?predeterminar? la política criminal del país[6], pues actualmente ésta no es fruto del consenso multiagencial del Estado y la sociedad civil, sino del arrinconamiento del poder público por parte de la prensa.

5.- Porque fragmenta la política.-

La constante aparición de noticias de delito es un escenario para tomar distancia con la gobernabilidad en materia de seguridad. Algunos actores políticos tratarán de ?explicar? el fracaso de la prevención del delito, para señalar con el dedo al gobierno y plantear muchas veces propuestas descabelladas respecto del Estado de Derecho. A ello se suma la construcción de una nueva cultura política[7], en la que la ciudadanía deja de preocuparse por la exigibilidad de derechos sociales, sustituyéndola por la demanda de ?más seguridad?. Esto no elimina a su vez la aparición de corporativismos, pues ante el aparente aumento de la criminalidad las agencias judiciales y de seguridad exigirán el incremento de su personal, remuneración y equipamientos, sin la base de ningún estudio técnico[8]. Esto seduce la política, que termina por ceder ante estas demandas. Al final, el coste por el incremento de patrulleros, uniformes, equipamiento o personal no lo paga la cooperación internacional, sino todos los contribuyentes.

6.- Porque existen medios más racionales.-

La exposición de los detenidos ante los medios es comparable históricamente con la Picota Pública, eliminada en Europa a fines del siglo XVII, y que consistió en la exhibición pública ante la comunidad del cuerpo de una persona reprochada por el poder punitivo[9]. Cuatrocientos años después, existen medios menos vejatorios para evitar la impunidad en la comisión de delitos. Las presuntas víctimas pueden reconocer al supuesto victimario a través de mecanismos como la Cámara de Hessel o la Ronda de Imputados, muy usados en el resto del mundo, sobre todo en países desarrollados.

Por muchas razones, la exposición mediática de las personas aprehendidas por la policía debe ser abolida. El arresto, captura o detención no puede ser más un escenario para exacerbar la degradación humana de la sociedad.


[1]El ser presentado debe ser una garantía del debido proceso, más no la obligación que tiene el sistema penal de exhibir el cuerpo del detenido. La presentación del detenido debe articularse en función del procesado y no sólo de las exigencias en la búsqueda de la verdad de la administración de justicia penal, y del derecho a la información operado por los medios de comunicación social. Véase, Jorge Vicente Paladines, ?Periodismo sin garantismo: ¿la reaparición de la picota pública??, en Revista Ciencias Penales del Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional, Toledo, Universidad de Castilla La Mancha, noviembre de 2008, p. 7.

[2]Ian Taylor, Paul Walton y Jock Young, La nueva criminología. Contribución a una teoría social de la conducta desviada, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2007, pp. 167-201.

[3]Stella Martini, ?El delito y las lógicas sociales. La información periodística y la comunicación política?, en Stella Martini y Marcelo Pereyra (eds.), La irrupción del delito en la vida cotidiana. Relatos de la comunicación política, Buenos Aires, Editorial Biblós, 2009, pp. 21-40.

[4]Sobre la cosificación véase, Axel Honnet, Reficación. Un estudio en la teoría del reconocimiento, Buenos Aires, Kratz editores, 2007, pp. 93-94.

[5]Véase David Chambers, ?Stereotypic Images of the Scientist: The Draw-A-Scientist Test?, in Science Education, USA, april of 1983, pp. 255-265.

[6]Estas estrategias pueden leerse bajo la forma de criminología mediática. Véase Eugenio Raúl Zaffaroni, La Palabra de los Muertos: Conferencias de criminología cautelar, Ediar, Buenos Aires, 2011, pp. 365-418.

[7]Véase Giovanni Sartori, Homo Videns. La sociedad teledirigida, Madrid, Taurus, 1998, p. 69 y siguientes.

[8]Irvin Waller, Menos represión. Más seguridad: verdades y mentiras acerca de la lucha contra la delincuencia, México, INACIPE e ILANUD, 2007, pp. 99-117

[9]Michel Foucault, Vigilar y castigar, Madrid, Siglo XXI Editores, 1998, p. 16.