El problema político y económico de las drogas

Dr. Jorge W. German R.

E L PROBLEMA DE LAS DROGAS COMO SE LO A PLANTEADO , no es de moral ni de salud, sino político y económico. Esto se demuestra con la división convencional entre drogas buenas, que pertenecen a la cultura de occidente, como el alcohol, y drogas malas ilícitas o peligrosas, como la heroína, la cocaína y la marihuana, aunque tengan una dimensión diferente a las que se les quiere atribuir.
Las primeras tienen la bendición de Occidente y constituyen uno de los principales negocios de la economía del mundo libre, especialmente de los Estados Unidos de América y Europa. Tienen la materia prima para producir la droga buena y toda una infraestructura para exportar whisky, vinos, cervezas, vodka, coñac, jerez, etc. En cambio como no tienen la materia prima de los opiáceos y las drogas estimulantes, con excepción de la marihuana y el hachís, entonces patente de corso en la economía de libre mercado.
Existe, en consecuencia, el maniqueísmo en torno a las drogas y la satanización de las drogas.

Definición de droga

Según la Organización Mundial de la Salud, droga es ¨ toda sustancia que introducida en un organismo vivo puede modificar una o mas funciones de éste ¨.
La definición farmacológica cataloga como droga ¨ cualquier sustancia química -natural o artificial- que modifique la psicología o actividad mental de los seres humanos ¨.
La Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas de 1988, no contiene una definición de lo que debe entenderse por drogas. Y sólo se limita a hacer una división tajante entre estupefacientes y sustancias psicotrópicas.

En la historia

El mundo, señores lectores, por lo visto, no asimila las lecciones de la Historia. A la manera de la Inquisición, mediante listas de drogas prohibidas, se implanta el índice pontificio en virtud del cual se prohibieron los libros que no contaban con el nibil obstat o el imprimatur de la Santa Sede. Pero las consecuencias son las mismas; en el caso de los libros prohibidos, sus autores y sus obras iban a la hoguera; en el caso de las drogas prohibidas, sus productores, vendedores y consumidores van a la cadena perpetua y, en algunos países como en el Irán, el cadalso. En nuestro país algunos piden incluso la penal capital.
La humanidad, así, vive su nueva edad media con una Inquisición implacable, en nombre de la moral y de la salud, sin respeto alguno. Y la realidad de la prohibición del alcohol de los estados Unidos de América en los años veinte, con su secuela de terror y cuarenta millones de adictos en los países desarrollados tienen en jaque a todo el orbe.

La Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Psicotrópicos

La carta magna de la moderna inquisición, ya no en nombre de la Religión Católica, sino de la salud y de la moral de los pueblos y las naciones, es la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de estupefacientes y psicotrópicos, de 1988, quizás mas importante que la misma Carta de las Naciones Unidas, pues la paz y la seguridad internacionales ya no están amenazadas por la ¨ guerra fría ¨ del comunismo Vs. el capitalismo, sino por el flagelo de las drogas malas, como lo señala esa Convención, ¨ representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de los seres humanos y menoscaban las bases económicas, culturales y políticas de la sociedad ¨.
La agresión económica que caracterizó a las relaciones internacionales desde la primera posguerra mundial hasta el comienzo de la década de los años noventa, ahora es la agresión de las naciones productoras y de tránsito de drogas contra las naciones de demanda y consumidoras. La guerra ya no se hace a nombre del nacional-socialismo, de la free society contra el comunismo internacional y en defensa de la democracia liberal, sino a nombre de la salud y de la moral sacrosanta contra la ¨ creciente penetración del tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas en los diversos grupos sociales, y particularmente, por la utilización de niños en muchas partes del mundo como mercado de consumo y como instrumentos para la producción, la distribución y el comercio ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas ¨, según el preámbulo de la Convención.

La Internacionalización del problema

En 1909 en Shangai trece naciones, a iniciativa de los Estados Unidos de América para tratar el problema del tráfico del opio entre las naciones. La convocatoria involucra aspectos tales como el liderazgo moral hasta la resolución de un problema local como el consumo de opio de los soldados estadounidenses que desde 1898 ocuparon Filipinas, y también la presión contra China para abrir sus puertas a las inversiones estadounidenses.
Aparte de la erección de la Comisión del Opio mediante el Convenio Internacional del Opio, suscrito en la Haya en 1912 y en vigor a partir del 11 de febrero de 1915 no se logró un verdadero control de los opiáceos. Pero desde entonces los Estados Unidos de América con propósitos políticos y económicos, extendieron su hegemonía también con el pretexto de las drogas prohibidas.

Ley contra el consumo del opio y la cocaína

La Ley Harrison de 1914 de los Estados Unidos de América fue contra el opio y la cocaína, dos drogas cuyo consumo debería ser atajado mediante esa Ley: el opio, por cuanto un gran número de mujeres blancas han entrado a convivir con los chinos en los diferentes barrios chinos de las grandes ciudades estadounidenses mediante la práctica de fumar opiáceos y la cocaína, por cuanto es utilizado como ¨ incentivo directo ¨ del delito de violación de los negros del sur ¨. Después fue promulgada la marihuana tex act, de 1937, teniendo en cuenta que, como lo dijo el Director de la Oficina Federal de Narcóticos, es ¨ más peligroso que una serpiente de cascabel ¨.
Si la prohibición del opio en los Estados Unidos de América estuvo ligada con la fusión de estadounidenses con los inmigrantes chinos, la prohibición del consumo de marihuana estuvo ligada con la inmigración de braceros mexicanos durante la gran depresión.
El médico argentino Pablo O. Wolff, de la Organización Mundial de la Salud, publicó a fines de los años cuarenta el folleto titulado: La marihuana en América Latina: la amenaza que constituye en el cual, afirma, por una parte, que en sólo diez años de consumo de esa droga ¨ su abuso se ha extendido de una manera espantosa en los Estados Unidos llegando a México ¨, y por otra, que ¨ los marihuaneros no sufren de una toxicomanía yatrógena como los morfinómanos o heroinómanos, ni buscan el olvido o una evasión de la realidad sino el demonio desordenado. Su motivo pertenece a una estirpe puramente viciosa.

El problema de la droga también estuvo estrechamente vinculado con el marcatismo.

Se señaló a la China comunista de los años cincuenta como la introductora de heroína, a los Estados Unidos de América para destruir la sociedad occidental
Con posterioridad, la Convención Unica sobre Estupefacientes de 1961, incorporó a los narcóticos o estupefacientes tanto la hoja de coca como la cocaína y la planta o arbusto de marihuana ( cannabis ), que ni reúnen las condiciones de los opiáceos.
Proviniendo la hoja de coca de la milenarias culturas aborígenes de América del Sur, especialmente de los países andinos, había que incluirla también en el índice de estupefacientes prohibidos para completar el cuadro neocolonial.
Sin embargo, pese a los esfuerzos de los gobiernos para mantener la prohibición contra las drogas en los Estados Unidos, las drogas ilícitas entraron a formar parte del estilo de vida de la American way of life, una sociedad consumista y hedonista que, a diferencia del Imperio Romano con el vino, introdujo toda la gama de drogas, incluido obviamente el alcohol y el tabaco.