El accidente masivo tecnológico

A NTES DE ENTRAR EN EL TEMA de los accidentes ocurridos en la industria nuclear, es preciso intentar una definición del «gran accidente tecnológico», o del «riesgo mayor», como la denomina Patrick Lagadec en un artículo publicado a raíz de la catástrofe de Chernobyl.
El mismo autor, especialista en catástrofes, lo denomina el «gran riesgo tecnológico» en su libro La civilización del riesgo: Catástrofes tecnológicas y responsabilidad social. Dice allí: «(…) mucho más allá del accidente industrial clásico, existe hoy en día el gran riesgo tecnológico. Es decir el riesgo colectivo, no voluntario, la amenaza que pesa sobre un amplio territorio y durante un espacio de tiempo que sobrepasa el corto, e incluso el medio plazo(…)».
Sin embargo, y para infortunio nuestro, el término «riesgo» ya ha sido superado.

Alta tecnología

Los últimos años han sido testigos de grandes accidentes en los que está presente la alta tecnología:
1) Explosión de una planta química en las cercanías de Milán, Italia, donde la empresa ICMESA producía fármacos; explosión que libera una nube de dioxina, uno de los tóxicos más violentos inventados por el hombre. El pueblo de Seveso, cercano a la fábrica, debe ser evacuado. Este insuceso, que ocurrió el 10 de julio de 1986,fue una premonición de lo que ocurría en Bhopal.
2) El 28 de marzo de 1979, en el reactor nuclear de Three Mile Island, cercano a la ciudad de Harrisburg, Pennsylvania, Estados Unidos, se presentó una avería en los circuitos de agua. Resultado: el reactor mismo estuvo a punto de fundirse por las temperaturas altísimas que se producen en el núcleo con motivo de la actividad nuclear y, una válvula defectuosa dejó escapar el líquido refrigerante, ya radioactivo, a compartimientos no protegidos, mas no al exterior. Los efectos fueron desastrosos desde el punto de vista económico, pero afortunadamente no se registraron pérdidas de vidas. 200.000 personas evacuaron la región, y la reparación, saneamiento y descontaminación costará entre 1000 y 2000 millones de dolares.
3) A la media noche del 2 de diciembre de 1984 se levantó de la planta de herbicidas de la UNION CARBIDE, situada en las afueras de la ciudad de Bhopal, en India, Estado de Madhya Pradesh, una nube de metil-isocianato (MIC) que, debido a las condiciones atmosféricas reinantes (aire frío, del amanecer) se mantuvo pegada al suelo, descendiendo sobre los ranchos miserables de los suburbios y sobre toda la ciudad, llevando rastreramente la muerte y la incapacidad a miles. Con justificación se lo ha catalogado como el más terrible accidente industrial de la historia. Mas de 2000 personas murieron y 200.000 quedaron seriamente afectadas. El MIC, como el temible fosgeno, uno de sus componentes, son asesinos conocidos: el último de ellos fue utilizado ampliamente en la Gran Guerra (1914-1918) por ambos bandos; inoloro, incoloro, mata sofocando a la víctima horas después de ser inhalado. El caso es tan grave que ya se ha escrito varios libros sobre él, y un verdadero alud de demandas cae y caerá sobre la UNION CARBIDE. Este caso es fascinante por varios aspectos: por la complejidad de la problemática legal: ¿Quién tiene jurisdicción? ¿Existe una «típica acción de clase»? ¿Qué sucede si la UNION CARBIDE no puede pagar? ¿Llegará a la banca rota como sucedió con una compañía productora de asbesto, acosada por cerca de 30.000 pleitos -caso de la Corporación MANVILE-? ¿Eso es realmente hacer justicia? ¿Quién tiene en últimas la responsabilidad: la compañía productora? ¿El Estado de Madhya Pradesh? ¿La Confederación de la India¿?), por la magnitud de lo ocurrido (y la correlativa esperanza de que no debe volver a ocurrir) y por tratarse de un accidente ocurrido en el país del denominado Tercer Mundo, lo que significa que a cualquier país latinoamericano, por ejemplo, le puede ocurrir algo parecido.
4) El 28 de enero de 1986 se precipitó a tierra, ante miles de espectadores, el Challenger, orgullo de la NASA y de la tecnología norteaméricana. Así terminó el sueño de la supremacía estadounidense en el espacio.
5) Finalmente, el 26 de mayo de 1986 explota la planta de Chernobyl, esta vez contaminando todo el medio ambiente en miles de Kilómetros a la redonda. A pesar de ser bajo el número de vidas perdidas (poco más de 50, afortunadamente) el mundo sintió un hálito de apocalipsis: el verdadero accidente masivo tecnológico: el gran riesgo materializado; el accidente sin fronteras ni tiempo. En diez años se ha comprobado que el hombre no domina su tecnología, particularmente sus tecnologías más avanzadas: la nuclear, la aeroespacial, la química y la biológica.

Cuatro fracasos de la tecnología moderna

De ellos, tres dañaron a un número considerable de personas, sea en sus vidas, como en Bhopal, en sus bienes como en Seveso o en ambos aspectos, como en el caso de Chernobyl. No se trata solamente de fracasos de la tecnología, como pudo ser el «Gran Apagón» de la costa este de Norteamérica. El 9 de noviembre de 1965.
Tampoco se trata de hechos luctuosos que acusan grandes pérdidas en vidas humanas y materiales como terremotos, erupciones volcánicas, maremotos y otros fenómenos naturales, todos ellos incontrolables y que han venido asolando al hombre desde siempre.
Se trata de catástrofes en las que se conjugan dos circunstancias que se refuerzan: el uso de tecnologías que entrañan riesgo y peligro, y su uso masivo o cerca de grandes aglomeraciones humanas.

Gran Accidente Tecnológico

El «Gran Accidente Tecnológico» o el «Accidente Industrial de la Sociedad de Masas», puede definirse así:
1. No es un desastre natural, proviene del hombre. Es un accidente artificial industrial;
2. No es un accidente de trabajo individual. El accidente industrial clásico. Es un accidente colectivo;
3. Involucra tecnología avanzada y peligrosa como la energía nuclear, la industria aeroespacial, la ingeniería genética, el transporte de pasajeros aéreo masivo y tecnologías viejas pero siempre peligrosas como la química y el manejo de hidrocarburos. Es el accidente industrial contemporáneo y del futuro;
4. No tiene límites temporales ni territoriales: inutiliza grandes espacios a mediano y largo plazo, incluso por generaciones enteras. Es el accidente extraterritorial y extemporáneo;
5. Afecta a numerosas personas, víctimas y partícipes. Es el accidente industrial macro;
6. Es el producto de la magnitud de las instalaciones industriales, de la naturaleza de los productos, de la concentración de las actividades industriales y de la concentración de las personas en el espacio urbano. Es el producto de la complejidad de los sistemas y por tanto es muy vulnerable al sabotaje. Es el producto de la sociedad de masas y del avance tecnológico;
7. Es un hecho que envuelve la degradación de la comunicación: la información intraestatal es tardía y los medios privados no tienen el suficiente conocimiento técnico para informar al público correctamente: provoca un choque informativo;
8. El daño no desaparece con el paso del tiempo; puede empeorar. Es un accidente continuado;
9. Es un hecho que provoca una crisis del sistema. Es un accidente del sistema; es un accidente crítico;
10. Es un hecho extraordinario;
11. Es un hecho súbito;
12. Es un hecho ineluctable;
13. Es un hecho nuevo, indeterminado, inasible. Es un accidente de nuevo tipo y de efectos invisibles y retardados;
14. La única forma de enfrentarlo es asimilarlo a una derrota militar, utilizar si es necesario una política de tierra arrasada. La respuesta es una gestión de retirada.
La enumeración de las características antedichas nos pueden llevar a la idea central de este nuevo tipo de accidente. Es un accidente industrial, colectivo, contemporáneo, macro, extraterritorial, extemporáneo, continuado, crítico, inasible.

Conclusión

Se puede concluir entonces que es el accidente global. Nada es totalmente ajeno a él. Cruza fronteras, como Chernobyl; perdura por dos años, como en el caso de la contaminación de dioxina en Seveso; afecta a miles, como el Bhopal; sus efectos son nuevos, desconocidos, como en el caso de la dioxina o de los efectos de la industria nuclear. Y tales efectos no solo son desconocidos sino que son difícilmente detectables. La radiación, los venenos químicos, las epidemias, todos estos espectros son invisibles en un primer momento. Eso hace más profundo el miedo a tales agentes. El accidente «mayor» tiene la característica de infundir un enorme miedo a la población, pánico sería más apropiado. Y esto se refuerza con el «choque informativo», esto es, la confusión, la parálisis de los medios de información. Finalmente no solamente produce pánico en la masa de habitantes de la región o regiones afectadas, sino que ocasiona el colapso del sistema de emergencia. ¿Qué hubiera hecho la defensa civil norteaméricana de haberse filtrado la radioactividad fuera de la última barrera del reactor de Tree Mile Island? ¿Cómo iba a movilizar a millones fuera del área? Hay que reconocer, sin embargo, que en el caso de Chernobyl las autoridades soviéticas reaccionaron de manera correcta para sofocar el incendio. No obstante, su actitud hacia otros países fue callosa, por decir lo menos, particularmente con Suecia y Polonia.
La decidida forma como las autoridades soviéticas enfrentaron la emergencia de Chernobyl, se expresa por la experiencia que tenían sobre catástrofes nucleares. Todo lo que se diga sobre este tipo de accidentes es poco expresivo. Patrick Lagadec, dice respecto de Chernobyl, el incidente que comprobó sus más sombrías predicciones:

Accidente clásico

«Estos accidentes ‘mayores’ se distinguen totalmente de los accidentes ‘clásicos’. Para resumir, en un accidente «clásico» uno tiene que habérselas con una pluralidad de cosas: una falla bien conocida, unos conductos de urgencia bien codificados, intervinientes en número restringido, unos comunicados de prensa fácilmente establecidos y unas coberturas por un sistema de seguros relativamente holgadas.
El accidente «mayor» se opone bajo todos los puntos a esta definición: por sorpresa a los dispositivos operacionales, las incertidumbres paralizantes, una fase crítica de larga duración que pone a prueba y una multiplicación de intervinientes. Hasta aquí prácticamente todos los accidentes mayores tienen una tendencia a derivar en crisis. Son hechos inasibles por que generados a muy alta velocidad. Nosotros estaríamos enterrados en un agujero negro einsteniano cada vez que se piensa dominar unos datos, nuevas informaciones llegan y se juega así al escondite con los eventos.
Al interior de las organizaciones cada nivel trasmite muy tarde la información a los otros y la comunicación funciona muy mal. No saben como comportarse frente a los medios de comunicación. En Chernobyl esto se volvió muy problemático porque los soviéticos no estaban preparados en absoluto para ello. Hay que recordar que en Three Mile Island fue la prensa la que dio la medida del evento con sus propias reseñas. En esta turbulencia los sistemas vacilan, es la implosión del liderazgo, las coherencias se de integran. Y, como es una dinámica de evoción rápida a menos que se haga algo, la situación degenera más.

Accidente mayor

El accidente mayor, es un hecho que tiene un característica esencial: vulneran el sistema, entendiendo por este la administración, incluso el estado o algo mayor, la organización social.
Tal vez, en el caso del riesgo y del accidente mayor, de la catástrofe tecnológica, lo impresionante es que puede poner en peligro todo el orden, todo lo establecido, no en el orden en una pequeña región como era Buffalo Creck, o en toda una población como fue la tragedia de Armero. Y en el caso específico de la industria de la energía nuclear, esa capacidad de afectar grandes poblaciones y vastos espacios le confiere al accidente nuclear una semblanza de apocalipsis, seguramente producto de la asociación, nada infundada, con los usos militares de esa energía.
Este no es el lugar para tratar temas como la desnuclearización de los arsenales, la no proliferación y otros temas lunáticos de la política nuclear. Baste recordar este cálculo que hace Carl Sagan: «La energía contenida en esas armas, genios de muerte pacientemente aguardando que alguien frote las lámparas(…)una segunda guerra mundial cada segundo durante una perezosa tarde(…).