LEGITIMACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Generación de candidatos
y estructura organizativa
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Por: Dr. Juan de Dios Parra
Asociación Latinoamericana
para los Derechos Humanos (ALDHU)

E S PRECISO EXPLORAR en diversas direcciones con el fin de vincular de manera más eficaz a los partidos con sectores más amplios de la sociedad. Algunas fórmulas pueden ser las siguientes:

– Distinguir entre militantes y adherentes. Los primeros tendrían derecho a a generar tanto las autoridades internas como los candidatos a cargos de elección popular. Los segundos sólo los candidatos a elecciones «externas».

– Diseñar mecanismos que obliguen a los partidos a cumplir funciones relacionadas con organizaciones intermedias, actores sociales, agentes de la sociedad civil, como asimismo con otros partidos políticos. Para ello, se podría obligar a las instancias partidarias correspondientes, territoriales y funcionales, a reunirse una cierta cantidad de veces con las expresiones de sociedad civil. También se podría contemplar la realización de sesiones abiertas de trabajo, con adherentes y actores sociales afines.

– Fomentar la comunicación de experiencias entre los partidos latinoamericanos, a fin de no dilapidar el capital político democrático que han dejado los autoritarismo en las democracias emergentes, y no repetir errores; Poner en común formas organizativas y mecanismos de generación de dirigentes que han sido exitosas para vincular al partido a los actores sociales (por ejemplo, discriminar positivamente a la mujer y a los jóvenes); Promover intercambio en torno a la formación de militares y al método para los debates electorales internos; Generar encuentros de cooperación técnica interpartidaria.

La tarea de tecnificación de la política partidaria tiene carácter prioritario. Ella permitirá mejorar el personal político y el reclutamiento. Puede ser el freno más eficaz a la transformación de la política en gestión tecnocrática.

Para conseguir esto, sin embargo, es impredecible que los cuadros partidarios tengan solvencia y capacidad de interlocución can la burocracia pública. Se debería facilitar el acceso gratuito de los partidos a bancos de datos, tanto nacionales como internacionales. Muchos de los partidos políticos en América Latina no poseen cohesión alguna. Es clave oponerse al caudillismo y al fraccionamiento interno. La renuncia a la militancia o el cambio de partido, se deberían sancionar con la pérdida de los cargos de representación popular. El fraccionamiento puede ser enfrentado, también a adecuando los mecanismos de elección interna.
Del análisis de los sistemas de partidos latinoamericanos pareciera desprenderse que el mayor problema es la fragmentación. Por ello, se debería pensar en la conveniencia de utilizar sistemas electorales «fuertes», que la dificulten. Son sistemas electorales fuertes no sólo el uninominal. También lo son los proporcionales corregidos que operan en distritos medianos (4 a 5 escaños, así como el uso de barreras legales con mínimos razonables. Por ultimo, todo lo que signifique avanzar en el mejoramiento y sinceridad de los procesos electorales, terminará robusteciendo a los partidos.

La amenaza de una partitocracia

Fortalecer los partidos no significa postular como modelo la partidocracia. Ella consiste en el monopolio del sistema de partidos en lo relativo a la mediación entre el Estado y la sociedad, sin mecanismos de control. En este caso, los partidos llegan a independizarse de las exigencias y necesidades de la sociedad civil y constituyente universos propios. A su vez, en cada partido, » una ley de hierro» en lo organizativo conduce a que un grupo restringido de dirigentes controle el partido. El sistema partitocrático en el dominio o hegemonía políticas del conjunto de dirigentes de los partidos sobre la sociedad.

La denuncia contra los partidos y su descrédito constituyen en el fenómeno universal. La partitocracia es una forma degradada del quehacer político, que impone el simple arbitro de la mayoría numérica. Así, la norma democrática es pervertida por sus empelo en contra de otras dimensiones fundamentales de la democracia el ejercicio de los derechos humanos, el imperio de la ley, el respeto al pluralismo y de las expresiones culturales múltiples. Los «golpes de mayoría», masivo y atrabiliarios, afectan la excelencia técnica y la prudencia moral.
Hay que preservar el desarrollo del sistema de partidos de eventuales patología que lo corrompen y desnaturalizan. Las vías para imponer barreras a la degradación pasan por su control efectivo, a través de procedimientos judiciales que obliguen a la transparencia en las decisiones.

Además de la dimensión coactiva, se debe sostener una tensión ética sobre sistema de partidos, que lo impulse hacia su renovación y al ejercicio con envergadura del poder. Para ello, es fundamental el papel espiritual de las universidades, iglesias y demás instancias de reflexión de la sociedad.
La sociedad civil también debe tensionar al sistema de partidos con exigencias de calidad en los actores políticos y es sus decisiones. Esta legitima presión vale para la agenda de sociedades ricas y sofisticadas, tanto como para sociedades pobres y simples. En las primeras, las organizaciones de la sociedad civil deben plantear sus exigencias y metas de un modo público, para obligar a los partidos a elevar el nivel de sus orientaciones y mecanismos de funcionamiento. En las segunda los movimientos sociales pueden interpretar a los partidos para exigirles un cumplimiento cabal de sus papel de mediación.

Evitar falsas ilusiones

La crítica que se hace habitualmente a los partidos desde la sociedad civil es correcta, pero suele partir de la ilusión de que existe una sociedad civil consolidada y armónica, que sólo tiene contradicciones con el Estado y el liderazgo político. No se asume con claridad toda la gama de intereses contradictorios que anidan en la sociedad civil, ni se plantean mecanismos de negociación para articularlos en función de algunos acuerdos básicos. Los movimientos sociales y las organizaciones corporativas están hoy técnicamente más capacitados que antes para hacer propuestas de futuro, pero es común que levanten una plataforma compartida, frente a pocos temas.

Es habitual que los sectores empresariales coincidan en pocas cosas y difieran en muchas, en función de sus intereses sectoriales. El movimiento obrero vive un desfase entre las cambiantes circunstancias laborales y las respuestas sindicales. Los procesos económicos de reestructuración del mundo laboral no han sido asumidos de manera eficaz y coherente por los sindicatos. Es verdad que hay una tendencia a flexibilizar las antiguas estrategias de confrontación cerrada. No obstante, en su conjunto las agrupaciones vertebradoras de los trabajadores a nivel nacional no ofrecen alternativas viables a los procesos de reestructuración laboral e institucional.

El movimiento indígena es vigoroso. Ha tenido capacidad para presentar propuestas nuevas, no sólo referentes a su problemática de identidad y de institucionalización de ella de el Estado nacional, sino también en relación con los cambios que deben dar se en el conjunto del Estado y la sociedad para asumir la diversidad. El movimiento campesino tradicional se encuentra , al igual que el movimiento obrero, sin una propuesta nueva frente a los cambios planteados en la agricultura por los procesos de modernización. Movimientos femeninos, estudiantiles, de ecologistas, de comunidades cristianas de base y de derechos humanos, son cada vez más activos, si bien carecen de tradiciones y estructura organizativa y de capacidad para levantar propuestas globalizadoras.

La debilidad de los movimientos sociales hace que no exista una dinámica homogénea en ellos, con el agravante de que sus planteamientos particularizados son coincidentes sólo en coyunturas pasajeras. Los procesos de ajuste inducen a una individualización de la demanda y deslegitiman los mecanismos tradicionales de intermediación política y social. El terreno se vuelve propicio para el debilitamiento de r eferentes colectivos como el de clase, y de paso a la construcción de otras identidades que se articulan alrededor de temas como género, etnia y religión. Lamentablemente lo común en algunos países es que los movimientosSociales estén distanciados de los procesos de modernidad. Al confundirse ajuste recesivo con modernización, se produce la paradoja de que ciertos movimientos sociales se resisten al cambio, en lugar de asumirlo para darle un contenido concordante con sus objetivos. En el contexto político, marcado por los efectos sociales que provoca el ajuste estructural, los movimientos sociales en varios países andinos suelen no ser agentes de innovación, sino de resistencia.

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