UNA FORMA ABOMINABLE DE EXPLOTACIÓN
Comercio y tráfico de órganos

Por: Sofía S. Lázaro Ortega
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¿Qué es el comercio de órganos?

La compra y venta de una parte del cuerpo. En otras palabras, la obtención de un riñón por parte de un paciente rico y desesperado de seguir viviendo a partir de un donante vivo, pobre y también desesperado de conseguir algo de dinero para satisfacer sus necesidades básicas.

El tráfico de órganos es una realidad en Latinoamérica. Países como Argentina, Brasil, Honduras, México y Perú, hacen este tipo de comercio con compradores alemanes, suizos e italianos, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En Argentina, por ejemplo, hay denuncias de casos de retirada de corneas de pacientes a los que se les declaró muerte cerebral después de haber falsificado exploraciones cerebrales.

Informaciones divulgadas por el Servicio Privado de Informaciones y Noticias (Seprin) destacan una ley aprobada en el Congreso argentino. Se trata de la Ley de Donante Presunto que para algunas organizaciones de derechos humanos tiene características claramente violatorias de los derechos de la ciudadanía, ya que obligará a la población entera a donar sus órganos – salvo que se exprese lo contrario. El tratamiento de esta ley ocurre en el momento en que se cuestiona la escasez de políticas para enfrentar el tráfico de órganos en la Argentina.

La Ley considera a todos los ciudadanos del país como futuros donantes. El proyecto dispone una modificación a la ley de transplante de órganos y material anatómico humano, y establece que «la ablación podrá efectuarse respecto de toda persona capaz mayor de 18 años que no haya dejado constancia expresa de su oposición a que después de su muerte se realice la extracción de sus órganos o tejidos, la que será respetada cualquiera sea la forma en la que se hubiese manifestado».

Según el Ojo Digital Sociedad, expertos en la materia han señalado que tal ley no sólo es violatoria de los derechos de la ciudadanía – porque el Estado no debe obligar a los habitantes de un país a donar -.

Un informe del Seprin, publicado hace tres años, revela que, en la venta clandestina de órganos en Argentina. Un riñón puede costar más de 102 mil euros, un hígado 150 mil euros, pulmón (150 mil), cornea (87 mil), médula ósea (165 mil), corazón (150 mil), páncreas (144 mil), arterias (10 mil).

¿En qué circunstancias ocurre el comercio de órganos?

El comercio de órganos ocurre sobre todo en países en los que coexisten minorías bien acomodadas con mayorías pobres, con marcadas diferencias entre ambas, con un alto grado de injusticia social, sin leyes que regulen la práctica de los trasplantes y en países en los que no existe la injerencia del estado en el control de la actividad trasplantadora.

¿Existe realmente el comercio de órganos?

Si. Principalmente existía en la India, país al que viajaban numerosos pacientes ricos de Alemania y sobre todo Italia para trasplantarse en condiciones nada seguras y sin las más mínimas garantías, con riñones comprados de personas extremadamente pobres.

Ha sido también frecuente en Filipinas, Hong Kong y la China, paises en los que los pobres venden un riñón por solo mil dólares a ricos procedentes principalmente del Japón. En menor grado también existe en muchos paises del norte de África y sobre todo en Egipto, en los que con frecuencia en la prensa se leen anuncios de oferta de riñones por parte de personas desesperadas por la pobreza, beneficiando a ricos desesperados por seguir viviendo.

En algunos paises de América Latina, como Bolivia, en los que coexiste la extrema pobreza con la injusticia social y la falta de atención por parte del estado para cubrir las necesidades básicas de la población, incluyendo el tratamiento dialítico para sustituir la función renal perdida, los ricos también publican anuncios en la prensa y la Internet, solicitando riñones que son ofertados por personas agobiadas por la pobreza.

Y de la misma manera, estas personas desesperadas por satisfacer alguna necesidad básica con dinero, publican anuncios en la prensa bajo el título de «Dono Riñón» tratándose en la realidad de la oferta de un riñón para la venta.

¿Por qué se considera éticamente inaceptable el comercio de órganos?

Por ser una forma abominable de explotación del hombre contra el propio hombre, permitiendo una desigualdad en las oportunidades de seguir viviendo gracias a un trasplante, a favor solo de los ricos que están en posibilidades de comprar el órgano y a desmedro de los pobres que se ven obligados a vender parte de su propio cuerpo para satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia.

¿Qué se puede hacer para evitarlo?

– El comercio de órganos se puede evitar mejorando las condiciones de vida de la población, dando igualdad de oportunidades a ricos y pobres principalmente en relación a la salud y erradicando la extrema pobreza.

– Paralelamente, los paises que aún no cuentan con una legislación adecuada, deben promulgar leyes insistiendo en la necesidad de estimular la donación cadavérica, con un sentido altruista y de solidaridad, castigando todo tipo de retribución económica por los órganos donados y con un control estrecho de la actividad de trasplantes por parte del estado.

¿Qué es el tráfico de órganos?

El llamado «Tráfico de Órganos», sería una acción criminal organizada, destinada a proveer de órganos a los ricos consiguiéndolos a partir de personas pobres. Un negocio de vida o muerte. El tráfico de órganos no tiene fronteras ni límites. Mafias y particulares llegan a ofrecerlos incluso por Internet.
La desesperación por seguir viviendo alimenta el aterrador negocio del tráfico clandestino de órganos humanos en el mundo, una actividad que no conoce fronteras ni límites.

Por poner un ejemplo, sólo en México se realizan más de 4,000 trasplantes legales al año; además, más de 8,000 personas están en lista de espera, de las que 15% mueren al no recibir un órgano, informa el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) de México.

Con esta premisa, no es de extrañar que el precio de estos órganos en el mercado negro alcance precios desorbitados: 150,000 dólares por un hígado, 120,000 por un riñón, 60,000 por un corazón ó 45,000 por la córnea, entre otros.

En este sentido, la Universidad de Murcia, en España, advierte que «uno de los problemas más importantes que promueven el tráfico de órganos es que la oferta legal no ha avanzado al mismo ritmo que la demanda. Ningún país tiene los órganos suficientes para cubrir las necesidades de la población».

Hace unos días se revivió la polémica en torno al destino de los órganos de muchos prisioneros en cárceles y campos de concentración chinos. Las manifestaciones populares para pedir una mayor atención al problema coparon la portada de muchos noticieros internacionales. Respecto al tema, la organización Human Rights Watch de Asia informa que en China se extraen ilegalmente más de 3,000 órganos de prisioneros al año (más de ocho diarios).

Los precios de éstos varían en los mercados clandestinos «baratos» de India (Bombay) o Kuwait, entre otros: 1,600 dólares por la piel de las piernas de los prisioneros; 400,000 por los intestinos ó 127,000 dólares por un pulmón.
La sombra de Internet Según el diario español «El Mundo», en la Red se han encontrado numerosos anuncios de venta. Uno de ellos ofrece «cualquiera de los órganos» de un preso chino y destaca que la venta se realizará «a la persona que puje más alto». En otro de los mensajes, aparecido en el portal de subastas chino Netease aparece «córnea de una persona con buena vista. Urge la venta por motivos de pobreza».

Las mafias también se sirven de la pobreza para comprar órganos y revenderlos a mayor precio. El rotativo se hace eco de una red internacional de traficantes de órganos desmantelada en 2004, que poseía negocios en todos los continentes.
La red, como muchas otras, no se servía generalmente del rapto o el asesinato para extraer los órganos y venderlos al mejor postor.

El grupo reclutaba gente dispuesta a vender uno de sus riñones. Para ello, integrantes de la mafia viajaban a las ciudades más pobres de algunos países, entre ellos Brasil o Tailandia, para encontrar «voluntarios», quienes eran enviados a Sudáfrica, donde reciben 10,000 dólares por uno de sus riñones.
Pero, como manifestó el eurodiputado socialista León Schwartezenberg, «el tráfico ilegal de órganos existe como lo hace el tráfico de droga», y puesto que se trata de la vida humana, es difícil pararlo.

¿Podrá existir en realidad un tráfico de órganos?

En la practica es imposible su ocurrencia ya que el trasplante de cualquier órgano vital, incluyendo el riñón que es el más fácil de ser realizado, implica la participación de un grupo de profesionales muy numeroso tanto en la preparación del receptor como en la selección del donante, en el acto quirúrgico de la extracción del órgano del donante como en su implantación en el receptor, de cuidados postoperatorios muy delicados y de un seguimiento a corto, mediano y largo plazo muy estrecho, con repetidos controles de laboratorio y por imagen, numerosas hospitalizaciones para la realización de biopsias y la necesidad de tomar de por vida una variedad de drogas inmunosupresoras de uso restringido y estrechamente controlado.

Lo que sí existe es el «tráfico de personas». Generalmente se trata de personas pobres que son traficadas por los ricos para someterlas a la explotación laboral o a la explotación sexual y en el caso de los niños para adopciones.

¿Cuáles son las consecuencias derivadas de la propagación de rumores en relación al tráfico de órganos?

Las consecuencias derivadas de este tipo de rumores son sumamente perjudiciales ya que siembran la desconfianza de la población en relación a los trasplantes e indirectamente conducen a un descenso en la tasa de donaciones cadavéricas, aumentando el número de pacientes en lista de espera, prolongando su permanencia y aumentando su mortalidad.

¿Qué medidas se deben tomar para evitar el tráfico de órganos?

En primer lugar se debe asegurar un comportamiento ético por parte de todos los médicos y de los numerosos profesionales que participan en el complejo proceso de un trasplante.

En segundo lugar, se debe comprometer la participación activa del estado y muy especialmente de las autoridades sanitarias en el control de la actividad de trasplantes, asegurando la acreditación de los centros hospitalarios y de los equipos de trasplante, reportando con todo detalle todos los trasplantes realizados y especificando claramente el tipo de donantes utilizados y los resultados obtenidos.

Finalmente se requiere la participación activa de otros componentes de la sociedad civil en la investigación de los hechos denunciados, en la elaboración de los informes y en la divulgación de los mismos. En este aspecto es fundamental la participación responsable de la Iglesia, de la prensa y de las sociedades médicas.


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