Autor: Paolo Vega López

Introducción

La pregunta formulada como título tiene su razón de ser. Se nos enseña como dogma que el Derecho es un medio para alcanzar justicia, no obstante si revisamos las páginas de la historia de la sociedad humana, ¿podemos decir que el Derecho ha cumplido ese fin?

Sin duda alguna este es un tema complejo con mucha tela por cortar, y como sastres jurídicos debemos estar preparados para hacerlo. No es un tema novedoso, sin embargo, los temas más importantes, aunque ya hayan sido tratados son los que requieren de mayor atención.

C. S. Lewis acertadamente asevera que las convicciones e interpretaciones que demos a hechos dependerán previamente de la filosofía que creamos.[1] Nuestra manera de pensar determinará nuestra manera de actuar (aunque existen excepciones a la regla). Por ejemplo, si yo creo que las ratas son una plaga, buscaré exterminarlas, pero si considero que son la reencarnación de Karni Mata y sus hijos (deidad hindú), las trataré como sagradas. Con esto quiero decir que al Derecho se le ha dado y se le dará el significado y la utilidad necesaria en base a intereses o convicciones que posean los que lo expiden.

El Derecho como instrumento

El Derecho al ser categorizado como un “medio”, se entiende que es un “instrumento” para alcanzar fines, pero el perjuicio o beneficio que éste traiga no dependerá de sí mismo, sino de quienes lo instituyan y controlen. Un cuchillo en sí no puede ser clasificado como objeto beneficioso o perjudicial, su función dependerá de quien lo use, ya sea para amedrentar o para cocinar. Lo mismo sucede con el Derecho, su utilidad dependerá de quienes lo manipulen.

¿Se debe catalogar al Derecho como algo bueno o malo? Considero que al ser un instrumento, no debería entrar en una categoría valorativa, puesto que lo amoral no debe clasificarse como bueno o malo; son los seres humanos los que deben responder moralmente y contra quienes se deben emitir juicios de valor. Los instrumentos simplemente funcionan en base a la utilidad que se les den. Un bate de béisbol, pese a que fue creado para practicar un deporte, también puede ser usado para golpear. Insisto, todo depende de la utilidad que la persona le dé.

¿Para qué fue institucionalizado el Derecho?

“Hubo hombre, hubo sociedad; hubo sociedad, hubo Derecho”, reza el aforismo romano. Según la teoría contractualista, el origen del Derecho nace en base al pacto social realizado entre las personas para pasar del “estado natural” al “estado de sociedad” y así asegurar su sobrevivencia. Esta hipótesis tiene amplia aceptación, puesto que “las evidencias de las primeras civilizaciones, nos dejan una huella clara de un proceso de organización (…) y por lo tanto, son también, (evidencia) del origen del derecho”[2]. Bien dijo Aristóteles que el hombre es un animal político, que debe vivir en sociedad y que sólo una bestia o un Dios pueden vivir aisladamente. En efecto, ningún ser humano es una isla, y como afirma Abelardo Torré: “los seres humanos más que vivir, convivimos”[3].

Entonces, entendemos por sociedad como el conjunto de personas que viven de manera organizada. ¿Cómo logran este orden? A través de reglas de conducta, originariamente consuetudinarias, de esta forma dando el derecho sus primeros pasos en la sociedad humana.

¿Para qué fue institucionalizado el Derecho? para traer orden. Ahora, ¿Cómo se institucionalizó el Derecho?, ¿qué entendemos por orden?, ¿de quién depende? ¿Bajo qué costos surge este orden?

El Estado y el Derecho

Existen diversas teorías sobre el porqué del Derecho. Unos opinan que se lo instituyó para alcanzar “justicia”; otros lo consideran como instrumento de opresión de las clases dominantes hacia las dominadas. Lo cierto es que sea cual sea la doctrina que acojamos, el Derecho produce orden. Por orden entendemos la “situación o estado de normalidad o funcionamiento correcto de algo, en especial armonía en las relaciones humanas dentro de una colectividad”.[4]

¿Cómo se produce ese orden? Imponiendo normas de conducta social, es decir, a través del Derecho por medio de la utilización de la fuerza ¿y quién las impone? El Estado. Una vez que nace la propiedad privada, surge consigo el Estado y el Derecho.

La construcción del Derecho depende de quienes estén en el poder. Un claro ejemplo es la Revolución Francesa, donde se predicó la libertad, la igualdad y la fraternidad, Triada Francesa que fue simple demagogia. Lo único que ocurrió fue que el poder monárquico fue derrocado para que los oligarcas de la época tomen el poder.

Los que están en el poder moldearán y encaminarán al Estado de acuerdo a sus convicciones e intereses. Esa es la verdad, aun cuando sea por vías groseras y macabras. Para ciertos mandantes el fin justifica los medios y harán todo lo que esté a su alcance para lograr sus objetivos, sean perjudiciales o beneficiosos. ¿Cómo lo hacen sin que parezcan tan sádicos? Por medio del Derecho.

¿Cómo Hitler logró institucionalizar el antisemitismo en la Alemania Nazi? Por medio de las Leyes de Nuremberg; ¿Cómo obtuvo Hitler la facultad para crear y aprobar leyes sin la participación del Parlamento? A través de la Ley Habilitante; ¿Cómo se logró experimentar con personas con discapacidad? Por medio de la Ley de las Camas Vacías.

A través de la historia, una serie de leyes injustas fueron creadas con el fin de que se cumplan los deseos de los que tienen el control del Estado. Manipulan al Derecho y lo aplican a su merced desvirtuando así su objetivo esencial y se lo usa de excusa para dar rienda suelta a sus deseos sombríos. Prueba de esto son las excusas que los oficiales nazis alegaron para defenderse en el juicio de Nuremberg: “cumplíamos órdenes y lo establecido en las leyes vigentes”.

Reinterpretaron a su provecho el positivismo puro de Kelsen y aprovecharon para enseñar que lo justo es cumplir con la ley sin dar paso a la reflexión a ver si era un Derecho justo o injusto. Platón hace años ya había advertido sobre ese hecho por medio de Trasímaco en su diálogo en La República: “lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte”[5], mientras que Rosseau afirmó que “el más fuerte no es nunca bastante fuerte para ser siempre el señor, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber”[6].

El Derecho y el poder

Solemos escuchar palabras como éstas: “Hacemos esto o aquello porque así manda la ley; es perfectamente legal” o incluso “así lo determina la Constitución, norma suprema de un país” y solemos confundir “legal” con “correcto”, “legal” con “justo”. ¿El hecho que una norma haya seguido un proceso legislativo determinado significa que sea justa? El ordenamiento jurídico de Sudáfrica contemplaba el apartheid y recién en 1990 se lo eliminó de la legislación sudafricana.

Sin duda alguna, el Derecho es la principal arma de los poderosos. Ellos son los que ponen las reglas de juego, pero no juegan con ellas. Esto me recuerda una frase de la obra de George Orwell, Rebelión en la Granja, donde se instituyó una máxima como norma: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.[7] Algo similar ocurre en las sociedades humanas: queremos imponer normas para los demás, pero no para nosotros (regla con excepciones).

Para terminar quisiera compartir una frase que se le atribuye a Michel Foucault:El apartheid era legal, el holocausto era legal, la esclavitud era legal, el colonialismo era legal; la legalidad es una cuestión de poder, no de justicia”.

La historia de la humanidad está manchada de sangre que ha sido regada en constantes batallas que se han desatado a través del tiempo. Estos conflictos humanos se han luchado con diferentes tipos de armamentos desarrollados, pero sin duda alguna, el principal arma no han sido las espadas o balas, ha sido el Derecho. Debemos pensar muy bien a quien le entregaremos el poder para gobernar, ya que en un sinnúmero de ocasiones se ha quebrantado la consigna de que el Derecho debe ser un medio para alcanzar justicia, convirtiéndose en un medio para más bien, alcanzar injusticia a merced de los caprichos e intereses de los que gobiernan.


[1] Lewis, C.S. Los Milagros, p. 10.

[2] Ruz Saldívar, Carlos. La Organización Social, Origen del Derecho. Revista de Claseshistoria, p. 3.

[3] Torré, Abelardo. Introducción al Derecho, Duodécima Ed., p. 41.

[4]es.oxforddiccionaries.com: https://es.oxforddictionaries.com/definicion/orden.

[5] Platón, La República, Ed. Gredos, Madrid, 1998, p. 76.

[6] Rosseau, El Contrato Social, Ed. Esparsa Calpe, S.A., Madrid, 2007, p. 38.

[7] Orwell, George, Rebelión en la Granja, Ed. Booket, p. 118.