Dr. Manuel Posso Zumárraga

A MIS COMPAÑEROS BURÓCRATAS del sector Público y en especial del IESS
La palabra cambio se ha convertido probablemente en uno de los vocablos más usuales del lenguaje universal (público y privado). Todo directivo da cierta importancia y un carácter estratégico a la palabra cambio: temor al cambio, cambio de actitudes, cambio de mando, cambio de estructuras, cambio de camisetas, etc.

¿Pero qué ocurrió realmente en el siglo veinte para que se produzca el cambio?

El 1 de enero de 1901 no sólo señala el paso de un siglo a otro, Señala el primer día del último siglo del milenio. El camino que conduce hacia el último día de un milenio en la vida de la humanidad estaba comenzando a acercarse. Y nadie de los que entonces vivían, incluso el más imaginativo y futurista de los pensadores, pudo decir lo que luego abría de acontecer. Lo que aconteció fue fascinante.

El cambio salto de su caja

Al comienzo de esa época, el cambio ocurrió tan lentamente que muchos de nuestros antepasados no fueron conscientes de todo lo que cambiaba. Nacieron, vivieron y murieron. Cada día de su mundo era similar al siguiente y a los que le sucederían. Los pocos cambios que se iban desarrollando pasaron casi inadvertidos, debido a que se concretaban tan lentamente.

Nuestros abuelos y bisabuelos pudieron tener una idea bastante aproximada de dónde estaban viviendo, de lo que estaban haciendo, y de lo que podría pasar veinticinco o treinta años más tarde. Hubo personas, hace unas pocas generaciones, que vivieron toda su vida, y también murieron en la misma casa en la que habían nacido. Ya sea que esto fuera bueno o malo, fácil o difícil, existía la posibilidad de predecir hacia donde podrá llevarlos la vida. Durante la mayor parte de nuestra historia, desde un pasado distante hasta el presente más cercano, las cosas permanecieron, en cierto modo, tal como siempre fueron.

Y entonces, al compararlas con la historia de lo que una vez fue, las cosas escaparon de la mano. El cambio salto de su caja, y se lanzó con desatada ferocidad sobre el siglo veinte. De repente todo lo que había cambiado en forma tranquila y mesurada, cambiaba ahora frenéticamente, Cuando llegó el siglo veinte, casi un sólo período, el mundo entero cambio para siempre; y desde entonces el cambio, que hasta ese instante había sido algo con que tratábamos de vez en cuando, se convirtió en una continua forma de vida.

Por primera vez no pudimos saber, con alguna certeza, lo que sucedería en los próximos diez años, o incluso lo que el siguiente año traería consigo. Y una vez lanzado por la nueva montaña rusa del cambio, todo comenzó a rodar cada vez más rápido.

El comienzo del verdadero cambio en el mundo

En sólo un breve período en la historia de la humanidad, en los primeros cincuenta años del siglo veinte, tuvimos dos guerras mundiales. Instalamos teléfonos en los hogares de clase media, remplazamos el caballo y la carreta por los vehículos autopropulsados, e inventamos esos capullos de acero que llamamos automóviles que pueden precipitarnos a una velocidad de casi 2 Km. por minuto por autopista también construidas por la mano del hombre. Aprendimos a ver el mundo entero en la sala de nuestra casa por medio del aparato de televisión; inventamos los aviones a reacción y volamos a través del mundo, transportándonos de un lugar a otro a velocidades suicidas; derribamos las barreras e hicimos progresos en la medicina que incrementaron nuestras expectativas de vida desde cincuenta, sesenta, a setenta años aún más.

Dimos origen a todo un nuevo cuerpo de ciencia y tecnología que habría de ofrecernos un conjunto de avances casi inimaginables desde los hornos de microondas a los automóviles con aire acondicionado, hasta llegar a una nueva clase de tecnología electrónica, a la que llamamos computación, y así avanzamos a pasos agigantados, sin detenernos, soñando, imaginando y construyendo nuestro camino, mientras transcurría la primera mitad del siglo veinte.
Pero incluso esos logros palidecen al compararlos con lo que ocurrió en la segunda mitad.

La Segunda Mitad del Siglo

Fue como si la tecnología, y la humanidad con ella, se lanzara de cabeza a una carrera contra el tiempo y lo inevitable.
Desde la segunda mitad del siglo, aquello que era suficientemente bueno diez o veinte años antes ya no lo fue más. La tecnología básica se transformó en alta tecnología. Los ingenieros electrónicos comenzaron a soñar con la posibilidad de que los imponentes tubos de vacío de las computadoras, que una vez ocuparon pisos enteros de laboratorios de investigación, un día terminaran siendo computadoras que pudieran colocarse en el escritorio del usuario, y se dedicaron a hacer realidad su sueño.

La Aeronáutica

El campo de la aeronáutica abrió el camino a los primeros programas espaciales que llevaron al hombre, no sólo al alcanzar finalmente la Luna, ¡sino a caminar en ella!. La carrera para conquistar la desconocida extensión del espacio continuó con todo, desde las sondas espaciales hacia Júpiter, pasando por la primera estación espacial tripulada, ubicada en una órbita fija alrededor de la Tierra, hasta las lanzaderas espaciales que pueden transportar hombres, satélites, equipamiento científico hacia el espacio, y luego retornar a salvo para ser utilizadas en nuevas misiones.

La Medicina y la Electrónica

El mundo de la medicina cambio su eje, desde la practica médica a la investigación. Los avances superaron todas las expectativas y se convirtieron en algo corriente.

En el campo de la electrónica, el tuvo de vacío dio paso al transistor, para luego ser remplazado por el circuito integrado y este dio paso al microchip. Del mismo modo, y un poco antes, la tecnología más avanzada logró reducir la pesada y lenta capacidad de procesamiento de las computadoras introduciendo otra de alta velocidad, controlada digitalmente, y equipos portátiles que están al alcance de todos, dando la posibilidad de calcular, comunicar, procesar textos y publicar cualquier idea que pueda imaginarse.

Los teléfonos interconectados con centros individuales de cómputos y con la información de las bibliotecas permiten que cualquier persona pueda abrir una ventana hacia el mundo.

Un largo camino en pocos años

Sólo en unos pocos años la sociedad ha recorrido un largo camino desde la época en que Johann Gutenberg entintaba los tipos tallados a mano de su primera y tosca imprenta, y lograban imprimir las primeras páginas de la Biblia Gutenberg.

La época en que el conocimiento estaba fuera del alcance de las masas dio paso, en menos de un abrir y cerrar de ojos, a una época en la que las masas toman por sí mismas el conocimiento.

Y hubo cientos de avances más, que sería muy largo mencionar. Este intento no los disminuye por omitirlos, pues nuestro propósito es simplemente reconocer que la mayoría de ellos no existían , incluso en nuestra imaginación, unos pocos años atrás. Y el proceso de cambio no ha disminuido su ritmo; por el contrario, incluso la velocidad del cambio está aumentando continuamente.
No sorprende, entonces, que comenzáramos a enredarnos en la estimulante carrera hacia el siglo veintiuno: ¡Ya lo habíamos vislumbrado, y ahora íbamos a crearlo!.

¿Cómo supusimos que sería el Siglo Veintiuno?

1.- Según los más entusiastas futuristas, se supuso que en el siglo veintiuno los problemas podrán ser arreglados civilizadamente, que ganaríamos la guerra contra las drogas, que lograríamos curar el resfrío, el cáncer y toda clase de epidemias, que haríamos mayores progresos para detener los efectos del envejecimiento; que nuestras instituciones crecerían y se desarrollarían ganando en eficiencia en el servicio al usuario.

2.- Suponíamos que seríamos capaces de trasladarnos velozmente de una ciudad a otra en trenes que se deslizarían sobre rieles antimagnéticos, vaciar las cárceles, solucionar el problema de la violencia callejera, y criar una nueva generación de niños hermosos y saludables que podrían ir masivamente a la universidad y llevar siempre con ellos grandes enciclopedias de conocimientos almacenadas en sus computadoras de bolsillo ( y ellos resolverían los problemas del mundo con los que nosotros, por falta de tiempo suficiente, no hubiéramos podido tratar).

3.- Suponíamos que con la llegada del nuevo siglo comenzaría una nueva era de paz, salud y prosperidad con Seguridad Social Integral. Esa era la promesa que nos hacía la nueva tecnología. Esa es la imagen positiva del brillante nuevo mundo del siglo veintiuno.

Programados individual como colectivamente

Y esa es la imagen que colectivamente, como sociedad, estamos, incluso ahora, tratando de completar. No es que estemos hablando sobre ella cuando volvemos a casa por la noche. No es que nos reunamos alrededor de la mesa de la sala para planificar y discutir si asumimos la responsabilidad de nuestro inconsciente colectivo y su carrera para alcanzar el futuro social. Sino que estamos programadas, tanto individual como colectivamente, para buscar un destino del que, inconscientemente, creemos que será mejor de lo que ha sido mostrado.

Cada año que pasa, cuando damos vuelta a la última hoja del calendario, pensamos que el tiempo de cumplir con las espectativas acerca de nuestro propio destino está escurriéndose rápidamente, y que podemos estar perdiendo terreno. ¿El resultado?. Corremos a alta velocidad, y esta carrera no tiene final. Todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro alrededor y ver que es lo que está sucediendo. Estamos viviendo un mundo envuelto en el cambio, y no hay nada, absolutamente nada, excepto un cataclismo mundial, que pueda impedir que este cambio ocurra.

Si todo eso está sucediendo, si todo a nuestro alrededor esta cambiando tan rápidamente, si estamos inmersos en una carrera y minuto a minuto aumentamos la velocidad, si no hay nada que pueda detenernos, ¿qué esperamos nosotros como Estado y como IESS para enchufarnos en ese cambio?, ¿que vengan las privatizaciones a ultranza? ¿Que nos impongan cambios por fuera? o estamos conformes con lo que somos. ¿claro que no – verdad?.

¿Los continuos cambios vencerán la imprevisión y a tu Institución?

Los años recientes sólo nos dieron una lección acerca de cómo vencer la imprevisión. Piense cuantas cosas tenemos que admitir hoy, muchas de las cuales no existían hace sólo veinte o treinta años atrás: satélites de predicción metereológica, cajeros electrónicos, clases de circuito cerrado, modernas e incontables drogas milagrosas, fibras ópticas, fotografía instantánea, televisión a color con sonido estéreo que capta decenas de canales por cable con sólo apretar un botón, música digital, video-caseteras y video-grabadoras, cohetes espaciales y laboratorios orbitales, juegos electrónicos, trasplantes de corazón, de riñones, de pulmón y de hígado, cirugía laser, píldoras anticonceptivas, fertilización in vitro, cirugía estética, robótica, comunicaciones satelitales, televisivas y telefónicas con cualquier parte del mundo, centros de compras, jardines, supermercados computarizados, comida congelada, restaurantes de comida rápidas, cocina de microondas, teléfonos celulares portátiles, correo electrónico, fotocopiadoras de uso particular, computadoras personales y oficinas electrónicas en casas de familia, dos sueldos por familia, centros de cuidados de día (guarderías) y la lista podría continuar.

Esos cambios que ocurren a nuestro alrededor originan dramáticos y profundos cambios a nuestra vida personal e institucional; todo desde nuestras relaciones y nuestras familias, hasta dónde y cómo vamos a trabajar, lo que hacemos en nuestra institución y cómo lo hacemos, dónde y cómo vivimos, con qué frecuencia nos movemos, cuáles son nuestros objetivos, lo que pensamos sobre ellos, cómo ocupamos y perdemos nuestro tiempo y con quién lo hacemos (solos o en equipo); literalmente todo lo que se relaciona con nosotros es afectado por los cambios que se producen a nuestro alrededor.

Incluso en este momento, la lista completa abarca literalmente miles de productos, desarrollos y avances que influyen, afectan y cambian nuestras vidas de mil modos diferentes. En esta época, esa lista de «imposibles» que trajo cambios en nuestra realidad cotidiana ¡quizá sea interminable!.

Si en medicina, electrónica, tecnología, ciencia e ingeniería y estilo de vida personal, si en esas áreas y en muchas otras hemos llegado a lo que tenemos sólo en unos pocos años, entonces iremos incluso más allá en unos pocos años más.
La pregunta es si un nuevo cambio está viniendo o no. Si lo reconocemos o no, y qué significa realmente para nuestra vida personal e institucional.

¿Podrá en su Institución a través de usted enfrentarse con éxito al cambio social?

El cambio, como un modo de vida, es más cercano que lo que nos gustaría admitir. Lo que usted y yo elegimos hacer respecto del cambio que está llegando o, y en ese caso, respecto de los cambios que ya están encima de nosotros (modernización, globalización, más solidaridad), determinará cuan efectivos seremos en los años que nos quedan por delante.

¿Los continuos cambios dirigirán y controlarán la vida de su institución y la suya, o, por el contrario, aprenderá usted a sacar ventaja de ellos, a sobrevenir a pesar de ellos y utilizarlos para acrecentar su potencial, a crecer, transformarse, desarrollar?.

Pero para lograrlo, primero tiene que aceptar voluntariamente el cambio (no impuesto), modificando su actitud en el servicio, es decir pensando en la satisfacción del usuario.

¿Alguna vez su institución planificó consultándole al usuario qué es lo que quiere de usted y de su institución? Creo que no.
Cambiemos de actitud y desarrollemos un nuevo modelo de atención al usuario y estaremos en las rieles del cambio.

Aceptar o Rechazar el cambio, esa es su primera decisión sensata

¿Este es un cambio que usted desea acompañar, o quisiera no tener nada que ver con él?

Cuando en seminarios o cursos hablo o comparto con individuos que están enfrentando algún nuevo cambio, su primera respuesta a esta pregunta es, casi siempre, que ellos no tienen posibilidad de elección. Luego piensan sobre eso. Si piensa sobre el tema el tiempo suficiente, usualmente comienzan a modificar un poco su posición. «Pude ser que tenga una alternativa; quizá no sea posible aceptar o rechazar este cambio». O simplemente que el cambio me venga por imposición (privatización o ultranza).

Su mejor y más seguro punto de partida es, para siempre, asumir que usted puede tener alguna opinión en el tema. Esta no parece ser una posición fácil de asumir cuando algo sucede repentinamente y parece que usted no tienen nada que hacer al respecto. Pero su decisión de aceptar el cambio o rechazarlo. o de asumir alguna de las dos posiciones, afectará lo que usted haga luego. Usted puede no querer aceptar el hecho de que su pariente político se inválido (suegra), está a punto de convertirse en parte de su familia, pero la oposición que usted tiene casi nunca es simplemente la de decir si o no. Si nos tomamos el tiempo de pensar en el problema, descubrimos que, casi siempre, tenemos a nuestra disposición algunas alternativas manejables.

La cuestión aquí no es , precisamente, si usted aceptará o no el cambio, el verdadero problema es si dejará que el modo en que el cambio -cualquiera que este sea- lo afecte, sea positivo o adverso. Sin que importe cuál sea el cambio, siempre depende de usted aceptar o rechazar el enfrentamiento a él. Así, aquí no estamos hablando sobre negar el cambio cuando las cosas no funcionan a su modo; en lugar de eso, estamos trabajando sobre su aceptación o negativa o permitir que cada cambio suceda, o a permitir que el cambio le afecte de un modo negativo.

Su voz interior

Algunas personas acompañan silenciosamente todas las cosas que el suceden, como si no tuvieren posibilidad de controlarlas, o no tuvieran ni voz ni voto en todo el asunto.

Otras quieren hacer cargo de todo, incluso cuando no pueden hacerlo. Un razonable punto medio es adoptar la posición más sensata cuando llegue el momento de enfrentar el cambio. La regla puede ser: No ceda, a menos que desee hacerlo. No desperdicie su tiempo y su vida luchando contra cambios que no puede detener. Pero siempre, tómese el tiempo necesario para decidir.

Cuando llegue el momento de aceptar o rechazar un cambio de cualquier clase, quizá las dos afirmaciones -o elecciones- más importantes que su voz interior podría hacer son:

1.- Elijo aceptar el cambio y hacerlo funcionar.

2.- No acepto este cambio, y elijo descubrir una forma de cambiar el cambio o de elevarme por encima de él.

Elija su Actitud

¡Su actitud -lo que usted siente acerca del cambio social- es siempre algo que depende de usted! Nadie tiene derecho a determinar su actitud sobre nada que sea para usted y para su institución.

La forma en que considera la vida, y lo que sienta acerca de usted mismo, son cosas que dependen completamente de la actitud que usted adopte. Lo que siente acerca del cambio afectará todo lo que usted piense y haga con respecto a él. Y el paso más importante que puede dar para enfrentar el cambio de la forma más positiva posible, en elegir su actitud acerca del cambio.

Ahora mismo dedique un momento a pensar en el cambio que está enfrentando (o que está a punto de enfrentar su institución). Luego dígase las palabras. Tengo una buena actitud con respecto al futuro de la institución . Luego, eleve un poco la cabeza, y véase enfrentando el desafío, sin temor al cambio.

Su opción para elegir su actitud al cambio de usted y de su institución, es mucho más poderosa que cualquier otra herramienta para hacer funcionar su vida. Si no lo ha intentado antes, intente ahora. Ojo, que su institución con sus estructuras caducas en lugar de enchufarse en los procesos de modernización, se encuentra resolviendo problemas burocráticos del siglo XIX . Combate el inmovilismo social.

! Revélate ¡

Exige del Estado y de la Administración, el cambio, transformación, crecimiento, desarrollo, transparencia de gestión, moralización de cuadros administrativos que logren reinventar la imagen institucional del servicio al usuario que es su legítimo patrono; utilizando las herramientas básicas de la tecnología moderna humanizada, sin perder de vista los principios sociales que dignifiquen al hombre (reingeniería de procesos en los trámites, servicios y prestaciones; gerencia de calidad total en salud; automatización integral; descentralización financiera, administrativa y política-jurisdiccional; y, despolitización político-sindical).

NOTA: Los criterios vertidos en este artículo son de entera responsabilidad de su autor.