LOS PENALISTAS TECNICOS
Sub-especie de penalistas

Dr. Jorge W. German R.

Los penalistas técnicos y robotizados

Este tipo de abogados conocen muy bien la mayoría de las leyes y los principios generales del Derecho. A pesar de la abundante legislación expedida en nuestro medio, hay que reconocerlo, la conocen profundamente. Sus escritos generalmente se elaboran mediante citas excesivas de leyes, decretos y providencias de la Corte, Tribunales o Juzgados; muy difícil resulta encontrarles un gazapo jurídico. Se mueven por los Códigos y las jurisprudencias con mucha propiedad. No puede encontrárseles ignorancia o desconocimiento del amplio mundo de las leyes del Derecho Penal.
El talón de Aquiles está no en el conocimiento de las leyes, sino en su fría, mecánica, deshumanizada y exegética interpretación de la misma. No penetran en el espíritu del legislador, sino que lo interpretan gramaticalmente. Nada importa a su espíritu contradice el universo del Derecho o principios superiores de justicia y equidad. Pertenecen, por lo general, a lo que ellos llaman la escuela técnico-jurídica, pero que en realidad es sólo un método.
La última palabra la da la Ley, para el técnico-jurídico y no es posible sobrepasar los límites de la palabra, literalmente consagradas en la norma. El humanismo lo considera fuera de tono, en desuso y hasta cursi.

Tiranía Elegantizada

Los Magistrados, Jueces, Doctrinantes y Abogados ejercitantes, que pertenecen a esta subespecie de penalistas tienen una visión recortada de lo que es la Justicia Penal, puesto que algunas figuras como la legítima defensa, el estado de necesidad y los delitos emocionales quedan amparados bajo la retina distorsionada de quien pide o administra justicia con un riguroso criterio matemático. A ellos les recuerda la Corte Suprema de Justicia en algunas Providencias que sean más flexibles al interpretar la ley punitiva.
Sin proponérselo, este grupo de técnico-jurídico ha ido creando un síndrome llamado «Tiranía Elegantizada». La libertad del imputado queda normalmente a la gélida y monótona interpretación de quien únicamente administra o pide justicia penal. Muchos de estos colegas suelen ser prepotentes y engreídos, características poco recomendables en la noblísima tarea de discernir o impartir justicia en lo penal.

Los penalistas humanistas

En el ámbito judicial penal no todo es negativo. Por fortuna para la recta administración de justicia, rama penal, existen magistrados, jueces y maestros que se preocupan por promover las ciencias humanísticas en favor de los fallos judiciales.
Dicho de otro modo; varios verdaderos juristas se preocupan por ser humanos que es en última instancia el destinatario de la ley punitiva. Qué sería de la menguada rama jurisdiccional y el ejercicio de la Abogacía en lo penal sin los humanistas!
Unos al aplicar la ley y otros al pedir justicia, recuerdan que son muchas las penas que sufre el reo y su familia. Al individuo no solo se priva de su libertad, también se le violenta su dignidad, su derecho al trabajo, la dignidad de su familia, la paz y la honra de sus seres queridos.
Algunos penalistas del Ecuador, los humanistas, han seguido las enseñanzas del conocido «Buen Juez» Magnaud o de el Dr. Edmundo Durán Diaz.

Profundo sentido humanista

Unos cuantos Tribunales Superiores han modificado la interpretación de la ley siempre desfavorable al justiciable y se han atrevido a declarar contra evidentes fallos condenatorios o apartarse de la ley escrita cuando es notorio y repugnantemente injusta. Estos fallos alientan a los Juzgadores para cambiar de mentalidad juzgadora que tienen unos con severos matices de rigorismo a ultranza.
Es decir que estos Tribunales Superiores tienen la idea noble de orientar las decisiones penales con un profundo sentido de humanismo.
Por mi parte, me tomo la libertad de afirmar que el máximo impulsor de la humanística al servicio de la justicia represora, a nivel de tratadistas es el gran maestro ecuatoriano Jorge Zavala Baquerizo. Este patriarca guayaquileño destila un humanismo exquisito en todas sus obras. Un verdadero maestro en el sentido de la palabra.
No exagero al decir que todos los Magistrados, Jueces, y Abogados en ejercicio deberían leer y consultar las eruditas como humanísticas obras del Dr. Jorge Zavala Baquerizo, antes de demandar o impartir justicia.

Rescatar la justicia punitiva

Celebro con igual complacencia que algunos instructores y falladores entiendan que ante todo se trata de rescatar la justicia punitiva de un estado de postración, que en mucha parte se debe, además de la desidia estatal, a la impreparación de los sujetos procesales y por sobre todo al desprecio que se tiene por la formación humanística.
El procesado es un ser humano al que es necesario comprender antes que reprimir, ciegamente. Así como la medicina se ha deshumanizado, también la técnica ha deshumanizado la administración de justicia penal. Especialmente en el acto de juzgar o pedir justicia debemos ser altruistas, así se alcanza la realización profesional y la felicidad personal. Recordemos que el verdadero penalista siente y vive su profesión con especial pasión. En mi concepto, el penalista ha de ser un poeta, un creador y un lírico, en las artes de impartir o solicitar justicia, relacionada con la libertad del hombre.
Los buenos abogados litigantes, los buenos magistrados y jueces requieren una cuidadosa preparación cultural: tener conocimiento en sicología, medicina legal y en general de las ciencias auxiliares en orden a decidir una controversia jurídico-penal.

No se nace Abogado.
Hay que aprender el arte y consultar a los oráculos sin pereza mental.

Un juez con vida robotizada no es apto moralmente para juzgar a sus congéneres. Un abogado litigante inculto, superficial, etc., no es digno de recibir el encargo sagradísimo de velar por la libertad del sindicado o acusado.
Con estas líneas quisiera despertar las aletargadas almas de muchos colegas abogados, que sienten desdén por temas paralelos al Derecho Penal, imprescindibles al momento de resolver un conflicto penal.

Espiritualizar el Derecho Penal

La felicidad se alcanza cuando la profesión se ejerce con una especial devoción. Espiritualizar el Derecho Penal es una tares que debemos imponernos quienes seleccionamos el papel trascendental de administrar o coadministrar (pedir) justicia represiva. Así creemos como juristas y como personas.

La Cátedra del humanismo penal

Debería promoverse la cátedra de humanismo penal y así muchos de nuestros beneficios obtendría la sociedad que de esta forma no tendría inseguridad por las decisiones de los jueces de la República o por las actuaciones de los abogados penalistas. Esto se adquiere en forma sencilla consultando unos cuantos autores que siempre están a disposición de magistrados, jueces y ejercitantes.
Los estudiosos de la conducta humana enseñan que la mayoría de nuestros actos son aprendidos y de la misma forma pueden ser desaprendidos. Desautomatizar la conducta del juzgador y solicitar justicia es perfectamente posible.

Escapar del mecanismo aprendido

El automatismo robotizado de nuestros sentimientos y pensamientos conducen a acciones y decisiones injustas, ineficaces y poco inteligentes. Es necesario escapar al mecanismo aprendido y modificar estas conductas preestablecidas.
La desrobotización personal crea condiciones mentales e intelectuales para disminuir los riesgos derivados de administrar e impetrar justicia de carácter sancionador. Además, eleva la posibilidad de alcanzar la felicidad del ser humano.
Sin cultura no se puede ser ni un buen zapatero… si tuviéramos abogados que al mismo tiempo fueran filósofos y humanistas… la administración de justicia sería mejor.