Por: Dr. Marco Navas Alvear
PROFESOR DE LA PUCE
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E L PRESIDENTE LUIZ INACIO «Lula» da Silva estuvo de visita en el Ecuador. El objeto de su estancia fue promover algunas iniciativas tendentes a facilitar la integración de Sudamérica, además de acuerdos bilaterales que acerquen al Ecuador con nuestro hermano sudamericano. Estos propósitos se materializaron en cuatro acuerdos sobre telecomunicaciones, salud, energía y uno más general sobre temas estratégicos.

Esta corta visita no puede tomarse como un acontecimiento aislado. Tiene que ver con una serie de sucesos que configuran un nuevo escenario para la integración entre los países de nuestro subcontinente.

En este contexto, la pregunta sería si la integración de Sudamérica facilitaría una mejor inserción de nuestra región en el escenario mundial. Como lo indica un reciente informe de la OIT sobre una «globalización más justa» este macro proceso ­la globalización- requiere de reformas que respondan a las necesidades de la gente y no solamente a la cruda lógica del mercado. América Latina está inmersa en procesos de libre comercio, pero resulta que la región es débil. Cada día pesamos menos en el mundo en cuanto al tamaño de nuestra economía en conjunto y una de las alternativas para revertir esta realidad es invertir en las personas. En una economía global basada en un alto componente de conocimiento y valor agregado no es viable una inserción que no se base en ciudadanos y ciudadanas con destrezas y habilidades para competir. Habilidades que reconozcan la enorme riqueza y diversidad cultural de nuestros pueblos.

La experiencia de Brasil

Una de las prioridades en ese marco tiene que ver con el combate a la pobreza y sobre todo a la extrema pobreza. En esta tarea, la experiencia de Brasil con sus programas de salud focalizados hacia los más vulnerables y otros como «fame cero» (hambre cero), podrían ser interesantes de compartir. Para nuestro país, cuyas políticas en ese campo no existen prácticamente y las pocas acciones erráticas que se implementan se deben a la iniciativa de la cooperación internacional y muchas de ellas están secuestradas en manos de la manipulación partidaria, esto es vital.

Hoy los ojos de las opinión pública están puestos en el TLC, pero existen otros procesos que no hay que descuidar. Las cumbres de las Américas, que se han concentrado -pero no agotado- en el tema del ALCA, los acuerdos entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina, los avances en el marco de la Organización de Estados Iberoamericanos, la reciente cumbre de América Latina con la Unión Europea; son espacios y ámbitos que no habría que descuidar al momento de pensar en la inserción y el papel de Sudamérica en el mundo actual.

Brasil está claramente comprometido con una iniciativa estratégica para unir, no solo económica, sino a la larga, política y socialmente a nuestros países. El Presidente Lula ha venido a viajado a Chile y ahora al Ecuador, en una clara ofensiva diplomática para sondear la voluntad de estos gobiernos, inclinados más bien por una estrategia bilateral coherente con la política exterior de los Estados Unidos, de sumarse a esta iniciativa. Por supuesto que la situación de Chile, un país estable con un gobierno comprometido con un proyecto nacional a largo plazo, le otorga mejores condiciones para ensayar un acercamiento bilateral.

Necesitamos considerar varias alternativas

Quizá lo más importante será que la sociedad y la opinión pública puedan abrirse a discutir alternativas más integrales para la inserción global. Si miramos a la integración europea tenemos un interesante ejemplo que ha tenido éxito gracias a la constancia en el esfuerzo, gracias a la voluntad política permanente, pero también por tomar en cuenta las asimetrías económicas y apoyar a los países que requerían de inversión social. Así se explica el progreso experimentado por España, por ejemplo, gracias a los grandes capitales del Fondo Social Europeo. La Unión Europea, no lo olvidemos es un verdadero proceso de integración que supone la creación de un marco jurídico institucional coherente y con visión social y no solo unas reglas sobre «libre comercio». Incluso hoy, este espacio cuenta con una Constitución que se halla en proceso de ratificación. Si queremos una sólida inserción en el mundo, necesitamos integrarnos regionalmente creando, como ha expresado el embajador de Brasil en nuestro país señor Florencio «conexiones» entre nosotros.

Brasil, Bolivia y Perú han dado un interesante ejemplo hace un par de semanas cuando sus presidentes se han encontrado en un punto fronterizo para comprometerse en la construcción de un gran eje vial trinacional. El Ecuador debería sumarse y retomar la iniciativa del corredor interoceánico Manta ­ Manaos.

Una agenda en este marco debería tomar en cuenta temas como los derechos de las personas, su libre tránsito, el combate a la pobreza, el desarrollo de pequeñas y medianas industrias y del capital humano.

Un suma, la constitución de una Comunidad Sudamericana de Naciones resultaría una alternativa válida para una inserción digna de la región en el mundo que un gobierno con cierta visión debería considerar seriamente.