Dr. Jorge W. German R.

L OS SUPERFICIALES ESTUDIOS que se hacen en las Universidades, muchos de cuyos alumnos preocupados con dar toda clase de conferencias y con toda clase de agitaciones carecen de tiempo indispensable para penetrar en la ciencia de los Códigos; la falta de carácter de Jueces y Tribunales; el mercantilismo imperante, han hecho de la Jurisprudencia el arte de la trampa y de la Justicia. Sin embargo la Abogacía es, acaso, la más práctica y necesaria de las profesiones humanas.

La Jurisprudencia ciencia de los justo e injusto

No es posible dar un paso a ningún campo social, público o privado, sin topar en una cuestión de derecho y sin necesitar una aclaración jurídica. La Jurisprudencia es el timonel de la embarcación humana, es la claridad en las actividades de los hombres, es el rumbo, el sentido. Así debe de comprender el Abogado, es necesario que el Profesional de las Leyes y el Derecho viva su manera de entender y construya doctrinalmente el Derecho.
La ciencia de los códigos es en verdad, profunda y compleja como la realidad en que se basa. Los Abogados en nuestro país deben recordar siempre que la Jurisprudencia es el arte de las cosas divinas y humanas y la ciencia de los justo y lo injusto. Divinarum ataque humanarum rerum noticia, justi ataque injusti scientia y que no es posible penetrar en ella sino por el estudio austero y constante, por la preparación filosófica e histórica y por el conocimiento de las ciencias auxiliares. De esta manera tiene que ser el Abogado de nuestro País.

Inestabilidad Institucional

Distinguidos lectores, entiendo que pertenezco a una generación a la que le ha correspondido llevar sobre sus hombros el fruto de la improvisación, de la inestabilidad institucional, de los desaciertos, de un mal llamado sistema acusatorio y de la pretendida intencionalidad de desconocer los derechos fundamentales y las garantías profesionales de los inculpados. Deduzco entonces que ha esta pléyade de profesionales Abogados nos corresponde vivir no de una época dorada del Derecho y aún más del derecho penal sino la edad del barro de tal normatividad con el agravante de que por la defensa de los principios que asimilamos desde las aulas Universitarias hemos sido estigmatizados, señalados, marcatizados y permanentemente enjuiciados de manera ligera en este afán maniqueo de salpicar a todos los juristas por la actuación anti – ética de algunas minorías excepcionales que sin lugar a dudas afectan parcialmente el ejercicio de la Abogacía.
El carácter peligrosista, la carga de la prueba y la tendencia carcelaria oficial, son factores de identidad en los diferentes cuestionamientos que desde que escribo en este prestigioso diario del país, denotan que la función primordial del Derecho Penal en relación con el bien jurídico de carácter social protegido ha sido paulatinamente reemplazado por un instrumento insoportable de dominación interesada que no permitan resolver aspectos de fondo de nuestra cotidianidad tales como la impunidad, la morosidad judicial, el aumento de la criminalidad y la falta de credibilidad en la justicia misma del Ecuador.

Retroceso en la Administración de Justicia

La Justicia sin cambios profundos y reales, denotan un verdadero retroceso en nuestra administración de justicia que nos ha hecho retroceder más de cien años en el tiempo y en la historia lo cual hemos tenido que soportar como coyuntura la generación de los actuales Abogados en nuestras funciones y en el libre ejercicio profesional.

Superar la Crisis

La ausencia de una política criminal coherente y seria de parte del Estado Ecuatoriano que en términos de Claus Roxín, no es algo diferente a como debe de procederse con las personas que han infringido con las reglas de convivencia social poniendo en peligro a los individuos y la sociedad, encontrándose esa política criminal entre un punto medio entre la ciencia y la estructura social o entre la teoría y la práctica, es no solo un hecho notorio y evidente sino que además pretende desviarse hacia la solución de los problemas de la comunidad misma y por ella misma despojándose al Estado de su obligación del cumplimiento de una función pública como es la de Administrar Justicia al pretender trasladarle a los propios particulares mediante las renovaciones cada período de Magistrados Probos, rectos y con mística de trabajo, es decir, a su no profesionalización.

Búsqueda de la calidad de la Justicia

Es por esto que es necesario que juristas y estudiosos del Derecho y lo que es más los propios administradores de justicia que deseen contribuir con nosotros a la superación de la actual crisis y la búsqueda de la calidad de la Justicia tan ausente en una nueva fase de esta Patria boba que se ha dejado acorralar por intereses foráneos, manipular por unos medios de comunicación encargados en u mayoría de desorientar y desinformar y por una alta burocracia con ideas prestadas que con grandes sofísmos de distracción, ante la crisis e inversión de valores que padece este enfermiso conglomerado social, pretenden con una falsa moral pescar en río revuelto para la obtención de fines preconcebidos al servicio del nuevo imperio. Buen viento y buena mar para los Abogados quien tiene fe en que algún día nuestro País acoja el rumbo que debe tener, y que hagan realidad el precepto de que el «Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando».