La escena del crimen para el ?profiler?

Autor: Lic. Jorge Jiménez Serrano

Con todos
los datos de la inspección técnica policial, los informes preliminares de los
investigadores y la reconstrucción de los hechos, el profiler debe analizar
aquella información que sea relevante para la elaboración de su criminal
profiling.

Para ello,
Turvey (2006) recomienda previamente la realización de lo que llama un «equivocal
forensic analysis»
, que sería algo así como la revisión crítica de
todo el conjunto de pruebas físicas, cuestionando y revisando las conclusiones
e hipótesis.

El profiler
debe revisar con actitud crítica los resultados y conclusiones de la
investigación, sin dar nada por sentado, analizando las posibles
contradicciones, los prejuicios y las teorías preconcebidas que los
investigadores hayan podido incluir en la investigación. El profiler debe
garantizar la objetividad y rigurosidad científica de su criminal profiling.

Las
cuestiones que debe plantearse y responder en relación a los datos obtenidos
del análisis de la escena del crimen serían (hablaremos de escena pero teniendo
en cuenta las tipologías anteriormente descritas):

  • Vinculación de personas con la
    escena:

Los datos forenses tales como huellas dactilares,
sangre, ADN… pueden aportar datos sobre relación de determinadas personas con
la escena del crimen. En algunas ocasiones pueden aportar datos sobre
características físicas, de raza, sexo…del agresor.

Es necesario además vincular al agresor y a la víctima
con la escena, considerando si ésta puede tener algún significado para alguno
de ellos, si es una escena elegida u oportunista, qué relación puede tener la
escena con cada uno de ellos (es el lugar de trabajo de la víctima, es un lugar
frecuentado por ella, es un lugar completamente desconocido para la víctima,
pertenece a la geografía de las rutinas diarias del agresor, es una lugar
apartado y de difícil acceso…).

Hay que tratar de vincular qué tipo de personas pueden
estar relacionadas con la escena.

  • Características de la escena:

En relación con lo anterior, hay que describir las
características de la escena para individualizarla dentro de un ambiente y de
un comportamiento geográfico del criminal. Debemos responder a algunas
cuestiones:

    • ¿Cómo es de grande la escena?
    • ¿Cómo se llega hasta ella, a
      pie, en coche, transporte público?
    • ¿Quiénes frecuentan esta
      escena, qué tipo de personas, qué actividad se realiza en ella, qué nivel
      socioeconómico tienen sus habitantes…?
    • ¿Es un lugar conocido por
      personas concretas? ¿puede acceder cualquiera?
    • ¿Qué y cuántas vías de entrada
      y salida tiene esa escena?
    • ¿Cómo llega la víctima y
      agresor a ella?

En resumen, tenemos que encajar la escena como una
pieza fundamental dentro del crimen, individualizándola, relacionándola con un
tipo/s de persona/s, actividades, geografía, accesibilidades, emociones…

Una escena puede ser oportunista pero eso no quiere
decir que no tenga importancia, que no se relacione con la víctima, el agresor
o ambos. La escena no es aséptica, no es neutra, es parte fundamental del
contacto entre el agresor y su víctima, es el escenario donde interaccionan y
por tanto conociendo a ésta podemos conocer en parte al agresor.

Desde la perspectiva de la Psicología Investigativa
del equipo del Dr. Canter, de la criminología ambiental y de los perfiles
psicogeográficos, la escena del crimen tiene una importancia vital de relación
con el comportamiento geográfico del criminal. De tal manera que con el
análisis geográfico de las distintas escenas del crimen junto con la correlación
de determinadas características de los crímenes, sería posible establecer una
zona donde puede residir el agresor y una zona donde actuaría en el futuro. Al
ser este un trabajo desde una posición más deductiva que inductiva en el
criminal profiling, no nos vamos a extender en estas perspectivas de
investigación, aunque era necesario mencionarlas para dejar patente la
importancia que la escena tiene en la conducta criminal. No obstante recomiendo
al lector que las conozca.

  • Analizar método de
    aproximación:

Con los datos aportados por el análisis de la escena
del crimen podemos establecer el método de aproximación usado por el agresor.

El método de aproximación se refiere a la forma o
estrategia que usa el agresor para aproximarse a la víctima (Turvey, 2006). Se
pueden usar varios métodos de aproximación:

    • Sorpresa: El agresor se
      aproxima a la víctima sorprendiéndola en un momento de vulnerabilidad,
      cuando la persona está ocupada, distraída o durmiendo.
    • Engaño: El agresor se aproxima
      a la víctima engañándola para ganarse su confianza.
    • Súbitamente: Como explica
      Turvey, los autores Burgess y Hazelwood que establecen esta
      clasificación, hablan de aproximación de relámpago o súbita refiriéndose
      a que el agresor se acerca a la víctima e inmediatamente inicia su
      ataque, en cuyo caso, debería de hablarse más que de método de
      aproximación de método de ataque que veremos más adelante. En este caso,
      Turvey nos dice que la aproximación súbita podría considerarse sorpresa.
  • Analizar método de ataque:

Con los datos aportados por el análisis de la escena
del crimen podemos establecer el método de ataque usado por el agresor.

El método de ataque se refiere al mecanismo que usa el
agresor una vez que se ha aproximado a la víctima para dominarla, generalmente
con la fuerza o la amenaza verbal (Turvey, 2006). Puede ser:

    • Amenaza verbal: después de
      aproximarse la amenaza verbalmente para conseguir que haga lo que quiere.
    • Uso de fuerza con o sin arma:
      después de aproximarse la ataca físicamente para conseguir que haga lo que
      quiere, la golpea para dejarla sin capacidad de reacción.
    • Amenaza verbal y uso de arma:
      después de aproximarse la amenaza verbalmente con agredirla con un arma
      si no hace lo que quiere.
  • Analizar método de control:

Con los datos aportados por el análisis de la escena
del crimen podemos establecer el método de ataque usado por el agresor.

Una vez que el agresor se ha aproximado a la víctima,
la ha atacado para dominarla y evitar su capacidad de reacción, necesita tiempo
y la colaboración de la víctima para poder agredirla. Para que el agresor pueda
consumar su agresión, pueda manipular y someter debe tener controlada a la víctima
y así no tener que dedicar tiempo ni recursos a sus reacciones defensivas.

Ese control se puede realizar de varias formas:

    • Usando la fuerza: golpear a la
      víctima para dejarla inconsciente, atarla, uso de grilletes…
    • Amenazas verbales: se amenaza
      con hacerle daño físico o matarla si no se está quieta.
    • Con la presencia de armas:
      presencia de una pistola, cuchillo, barra de hierro…

El análisis del método de aproximación, ataque y
control pueden incluirse también en la evaluación del modus operandi del
agresor, pero con los datos forenses y el análisis que se hace de la escena del
crimen podemos obtener datos que nos ayuden a entender como son los primeros
contactos y la agresión inmediata que se realizan sobre la víctima. Estos datos
nos aportarán unas características concretas de comportamiento y psicológicas
para realizar nuestro criminal profiling.

  • Analizar actos de precaución:

Los actos precaución también suelen denominarse en el
ámbito de la criminología como conciencia forense. Son acciones que realiza el
agresor, antes, durante y después del crimen para ocultar, confundir y
despistar a los investigadores respecto a cómo sucedieron los hechos y
principalmente dirigidas impedir su identificación. En este caso, no la
presencia, sino más bien la ausencia de determinados indicios o rastros que
tendría que haber en la escena del crimen nos pueden indicar que el agresor ha
alterado la escena para dificultar su arresto y las labores de investigación.

Los actos de precaución pueden ir desde el uso de
máscaras o disfraces para ocultar su identidad, uso de guantes o condones,
incendio de la escena, selección de victimas desconocidas, limpiar la sangre…

La existencia de estos actos de precaución nos puede
informar en función de la clase y complejidad de dichos actos de un determinado
nivel de conocimiento en cuestiones médicas, forenses, policiales,
químicas…nos puede indicar un nivel de perfeccionamiento, planificación,
improvisación…

Los actos de precaución generalmente se van
adquiriendo y desarrollando con la experiencia acumulada por agresor, así en su
primer crimen, los actos de precaución son casi inexistentes, de ahí que sea muy
importante analizar bien los primeros crímenes para encontrar datos que puedan
ser enmascarados en futuros. El hecho de que pueda estar «fichado»
por la policía hace que deba borrar todos los indicios forenses que puedan
conducir a su identificación.

La proliferación hoy en día de numerosas series de
televisión sobre temas de investigación forense y criminal hace que sea más
difícil establecer una experiencia criminal previa en función de los actos de
precaución, ya que en esas series un criminal «novato» puede aprender
muchos actos de precaución que en otras circunstancias le llevaría mucho tiempo
aprender.

  • Analizar la posible simulación
    de escenas:

Amañar o simular la escena del crimen estaría muy
relacionado con los actos de precaución solo que la simulación en este caso
supone una alteración mucho más compleja, planificada y global de la escena por
parte del agresor. No se trata tanto de eliminar indicios como de alterar los
indicios para dirigir a la policía a líneas de investigación equivocadas. El agresor
manipula los indicios y añade rastros para que parezca la escena de otro crimen
distinto al que sucedió. Por ejemplo un marido que mata a su mujer y simula la
escena de un robo en la casa con el resultado además de la muerte de su esposa.

Para detectar la simulación de la escena, el profiler
debe analizar y valorar cada uno de los indicios y resultados forenses de la
escena, análisis individualizado y de conjunto, descubriendo posibles
contradicciones e incoherencias, teniendo en cuenta que las personas pueden
simular pero las pruebas no.

Hay que tener una visión de cada indicio dentro de la
escena, dónde se encuentra, posición, cómo se relaciona con el resto de
indicios, coherencia con la reconstrucción del suceso, coherencia con el resto
de resultados forenses, coherencia con nuestros datos del criminal profiling,
coherencia con nuestros conocimientos y experiencias sobre comportamiento y
psicología criminal…

Quizá es la parte del análisis de la escena del crimen
que puede resultar más difícil de realizar, pero es primordial para realizar
nuestro criminal profiling de manera acertada.

La dicotomía organizada/desorganizada del F.B.I

Quizá la
clasificación más famosa y usada en la técnica del criminal profiling respecto
a la escena del crimen, es la que se relaciona con la tipología de criminales
realizada por el F.B.I y la Unidad de Ciencias del Comportamiento, en concreto
la clasificación criminal organizado-desorganizado.

Tras
analizar muchas escenas criminales y delincuentes, llegaron a la conclusión de
que los asesinos podían clasificarse en asesinos organizados y asesinos
desorganizados. Ressler, profiler del F.B.I explica en su libro asesinos en
serie
, que hay asesinos que muestran cierta lógica en lo que hacen, son
metódicos, planifican sus crímenes, son inteligentes y competentes socialmente,
sería los llamados asesinos organizados. Por otra parte estarían los asesinos
impulsivos, pocos inteligentes, que son incapaces de planificar sus crímenes,
generalmente relacionados con trastornos esquizofrénicos, serían los asesinos
desorganizados.

Desde el
punto de vista psicopatológico el organizado estaría relacionado con personas
psicópatas y el desorganizados con trastornos psicóticos. Ressler y los
profilers del F.B.I emplearon la terminología organizado-desorganizado para que
las fuerzas del orden público la pudieran usar sin tener en cuenta los matices
psicopatológicos.

Los
profilers del F.B.I argumentan que las diferencias entre una escena del crimen
organizada y desorganizada radica en las mismas diferencias encontradas en la
personalidad de los criminales organizados y desorganizados. Es decir, quien es
organizado en su vida normal, será organizado cuando perpetre sus crímenes, y
quien es desorganizado en su día a día, tenderá a ser desorganizado en sus
crímenes. Estos grados de organización y desorganización podrán evidenciarse en
la escena del crimen (Holmes & Holmes, 2009).

A
continuación se muestra una tabla sacada del libro de Holmes & Holmes que
compara las diferencias entre una escena del crimen de un agresor organizado y
otra de un agresor desorganizado.

Organizado

Desorganizado

agresión
planeada

agresión
espontánea

victima
extraña

victima
conocida

personaliza
a la victima

despersonaliza
a la victima

controla
la conversación

no habla
con la víctima o muy poco

controla
la escena del crimen

la escena
del crimen es caótica

hace
sumisa a la victima

violencia
súbita

usa
métodos de control

no usa
métodos de control

muchos
actos agresivos

realiza
sexo después de la muerte

traslada
el cadáver

no
traslada el cadáver

usa armas

no usa
armas o son de oportunidad

deja pocos
indicios en la escena

hay muchos
indicios en la escena.

En líneas
generales, las diferencias en las distintas escenas se basan en que una escena
organizada va a dar la sensación de haber sido más planificada, los pasos y
modus operandi desplegado por el criminal obedecen más a un cuidadoso plan que
a un ataque de agresividad y violencia repentina. El desorganizado actúa casi
sin premeditación en la escena, no controla nada de lo que hace, sin embargo el
organizado ha pensado en lo que tiene que hacer, hay poca improvisación y todo
sus movimientos parece haber sido ensayados anteriormente, controla todo lo que
ocurre.

El criminal
organizado usa un arma que generalmente ha llevado consigo, es parte de su
plan, el desorganizado usa un arma de oportunidad de la misma escena y muy
posiblemente la deje allí.

El
organizado personaliza su víctima, necesita una persona a la que humillar,
controlar, agredir, el agresor interactúa, se comunica con ella, tiene un
significado, mientras que para el desorganizado la victima está
despersonalizada, es un objeto con el que no quiere tener ninguna relación, no
le vale para nada excepto ser el blanco de su ira, de su agresividad. Eso se
percibe en la escena, en la manipulación y heridas de la víctima.

El agresor
organizado planea su huida, borra o trata de no dejar indicios que lo delaten,
controla su fuga y eso se percibe en el «orden» y
«limpieza» en la que deja la escena, mientras el desorganizado, en su
descontrol psicótico no es capaz de realizar actos de precaución, huye
apresuradamente, deja numerosas huellas, rastros e indicios.

No obstante,
en la práctica real es difícil encontrar agresores y por tanto escenas
totalmente organizadas o totalmente desorganizadas, más bien lo que se suele
dar son escenas y comportamientos mixtos. Quizá la escena desorganizada de un
crimen perpetrado por un psicótico durante un brote sea más fácil de encontrar
y distinguir que una escena puramente organizada, en la que posiblemente se
puedan encontrar muchos signos organizados mezclados a veces con elementos
desorganizados. Eso obliga al profiler a no tratar de querer encontrar las
escenas puras y que se adapten a sus estereotipos, sino a encontrar solo
aquello que las evidencias hayan mostrado, huyendo de clasificaciones
encorsetadas, impermeables y excluyentes que hagan perder el rigor y la
objetividad del criminal profiling.

Jorge Jiménez Serrano.
Licenciado en Psicología por Universidad Sevilla (España). Experto en
Psicopatología Criminal y Forense.

Artículo publicado en la R. digital Noticias Jurídicas