Por: Dr.Bayardo Moreno Piedrahita
E L GOBIERNO DICATORIAL DE LOS «Triunviratos» militares, en 1978, por novelerÃa o por temor al pueblo, instituyó en la Administración de Justicia la Oficina de Sorteos, para repartir equitativamente el trabajo entre los juzgados de todo nivel; la Oficina de Citaciones para aliviar la pesada carga de los secretarios de los juzgados y los casilleros judiciales para la citación y notificación de providencias procesales.
La creación de estas dependencias fue aplaudida por todos los profesionales del Derecho y por la ciudadanÃa del paÃs. Con ellas se pretendió sepultar los «Compadrazgos», «mafias de amigos» , «sociedades anónimas», «pandillas de negocios turbios» y el tráfico de influencias en toda la Función Judicial.
Hasta 1978
Antes de presentar la demanda primero se averiguaba cual Juez podÃa sustanciar el juicio y dictar la sentencia en cuarto de hora, sin importar la condición del pago de un «derecho de sentencia», o un «honorario profesional», que según se comentaba, era repartido entre todos los que intervenÃan en la «confabulación o negociación», a costa de la vÃctima, de la «Tragicomedia Procesal».
Si el juzgado estaba integrado por un «equipo dinámico de trabajadores y negociadores», permanencia repleto y con mucho dinero. Pero si el juzgado estaba conformado por un «equipo de ociosos y negligentes», permanencia abandonado y sin plata. En el primer caso «bien parados» y con la «sonrisa de oreja a oreja». En el segundo caso, como «ánimas en penas» y la «cara larga». Los juicios no ingresaban a trámite por sorteos, porque no habÃa dicha oficina y era la amistad, el pago, la recomendación, el requisito previo para ingresar y tramitar un juicio. Esa era la norma general, aunque sà habÃan algunas excepciones.La citación con la demanda, diligencias previas y notificación de providencias, debÃa realizar el secretario de cada juzgado en el despacho profesional de los abogados, por cuya razón, habÃa necesidad de no enojarse con dicho funcionario, porque podÃa ocurrir que no cite con la demanda, o no se notifique una providencia y se corra el riesgo de perder el juicio.
Antes de 1978 no habÃa casilleros judiciales, ni oficina de citaciones, en la administración de justicia del paÃs, cuya creación constituyó el avance en la realidad jurÃdica procesal ecuatoriana. Lamentablemente estas dependencias judiciales en la práctica, no llegaron a ser ninguna solución en la Administración de Justicia del paÃs, por falta de conocimiento de la problemática, jurÃdico social y la desorganización de la Cúpula Judicial, que hasta la actualidad nada planifica y todo lo improvisa para facilitar sus componendas y consignas polÃticas que cumplen, por orden de los partidos polÃticos que la designan.
Cataclismo judicial sin precedentes
En el olvido, lejos de toda buena intención, estas dependencias judiciales, no han llegado a cumplir el objetivo para el cual fueron creadas y más bien se ha convertido en la maraña, el enredo, la confusión y el embrollo procesal, que junto a la corrupción que impera en todos los niveles del quehacer jurÃdico, nos apuntan más bien a un cataclismo judicial sin precedentes, que nos obligará a reestructurar todo el arcaico sistema procesal, a la fuerza, «nos guste o no nos guste».
Lentitud en Sorteos.
En un ambiente que asfixia y de incertidumbre
En la actualidad el pueblo y los profesionales del Derecho, se obligan a presentar sus demandas diariamente en las oficina de sorteos, que solo recibe hasta que se llene el cupo de 1200 a 1500 casos, hasta las 16h30 minutos. A las 8 horas del dÃa siguiente, se realiza el sorteo de los juicios, con la intervención del Juez de turno de cada área judicial y el Jefe de dicha oficina. Al medio dÃa o por la tarde se exiben las listas con el sorteo correspondiente. Al dÃa siguiente se remiten los juicios a la judicatura a la que haya correspondido conocer el juicio. Sólo para esto se necesitan tres dÃas hábiles.
Ingreso de los Juicios a los Juzgados
La judicatura a la que corresponda conocer un paquete de juicios, toma nota de ellos en un Registro o libro de ingresos. Asigna un número a cada juicio y designa a un auxiliar para que le de trámite. PoquÃsimos juzgados lo hacen en una semana y otros en algunos meses. Nadie lleva un control.
Papel del Auxiliar y del Juez.
Al auxiliar se entrega el juicio, sólo cuando el superior ordena. El proceso pasa al Juez, cuando éste lo solicita, quien sin mayor análisis manda a completar o aclarar la demanda. Vuelve el juicio al auxiliar de origen, para que provea y notifique al interesado. Si esto ocurre, el juicio irá a citaciones, en caso contrario la situación es grave, porque existen Jueces que jamás llegan a calificar una demanda, «asà se queje al diablo, el desgraciado que demande». No pasa nada.
Embrollo en Citaciones.
Al llegar a la oficina de sorteos, el juzgado destinatario toma nota del juicio en un Registro, y lo lleva a la oficina de citaciones, dependencia en la que se pone un «recibido» al encargado de cada juzgado. Los datos del juicio, ingresan a «una» computadora, se graban e imprimen. Se obtienen las listas que se publican en letras diminutas y poco claras en «anticuadas carteleras», fuera de la oficina. En otros dÃas la oficina de citaciones publica las listas de los juicios, en las que hace constar al empleado citador que cumplirá con ese acto procesal. En otros dÃas más se público otras listas que contienen los juicios citados y los que son devueltos por falta de citación. Se necesita de semanas o meses para que los juicios sean devueltos a los juzgados de origen, cuando no se han extraviado, ni perdido, o simplemente para recibir el desengaño de no haber hecho nada en tanto tiempo. Si es una diligencia previa, muchas veces vendrá la muerte, sin comenzar el juicio y el problema quedará de herencia a otros «desdichados» que se involucrarán en el problema.
Las demandas que han sido citadas comenzarán la agonÃa procesal. Las que no, «borre y va de nuevo» hasta que sus protagonistas se cansen después de un mes, un año o de un tiempo indefinido de espera.
La misma angustia ocurre y a lo mejor una grave confusión, cuando el interesado no averigua por su juicio a tiempo. Las listas en donde se publican los juicios son cambiadas vertiginosamete. El litigante que perdió de vista a su expediente, irremediablemente se convertirá en «bola de ping-pong», porque de la oficina de citaciones lo enviarán al juzgado y del juzgado a la oficina de citaciones, hasta que pierda la paciencia o hasta que tenga la suerte de encontrarlo.
Habrán pasado mese y las cosas empeorado, porque quien iba a litigar, aparecerá enfermo de los nervios, úlcera o cansancio, que le obligará a consultar a un psiquiatra, médico o descansar después de haber perdido el tiempo infamemente, aparte de haber aprendido a ser manso como Francisco de AsÃs, para tolerar con paciencia todas las injusticias e impertinencias que se dan en la Administración de Justicia.
Que conste, que lo que se menciona en este análisis, no constituye ni un «pálido reflejo del embrollo y la lentitud procesal que agobia a todo el mundo, en las Oficinas de Sorteos, citaciones y casilleros judiciales. Si pudiésemos dar a luz todo lo que pasa al interior de la Administración de Justicia, estoy seguro que espantarÃamos a los muertos y harÃamos llorar a los malvados.
Recomendaciones.
Para salir del embrollo, la lentitud y la confusión procesal en que nos encontramos injustificadamente sumergidos, sugerimos a la cúpula judicial, observar entre otras las siguientes soluciones:
Oficina de Sorteos.
En la oficina de sorteos, los juicios deberÃan ingresar inmediatamente a la computadora de cada área especializada, capaz que el interesado conozca inmediatamente el juzgado donde se tramitará su caso. Se agrabarÃan e imprimirÃan las listas de los juicios sorteados por áreas y se publicarÃan igualmente, en las carteleras especializadas, para conocimiento del público.
Para implantar este sistema, se requiere de dos computadoras por cada área judicial: Una para ingresar los juicios nuevos y otra para atender al público, con los datos de archivo; personal eficiente y especializado; un espacio fÃsico adecuado; material de oficina e implementos que permitan un servicio ágil. Asà se habrá ahorrado la presencia innecesaria de los «jueces de turno», la pérdida de tiempo y dinero a los interesados y Profesionales del Derecho en idas y venidas innecesarias de manera especial, se evitarÃa la confusión y el malestar que el anarquismo del sistema actual ocasiona.
Oficina de Citaciones.
A la oficina de citaciones se la deberÃa organizar por áreas especializadas, igualmente con dos computadoras en cada área especializada. una para la recepción de los juicios nuevos y otra para atender al público con los datos de archivo; personal especializado suficiente para el manejo de las computadoras; citadores para el área urbana y citadores para el área rural; asistentes de citaciones. Los primeros para que cumplan con el acto de citar, y los segundos para que elaboren actas, reciban, entreguen los juicios y atiendan al público; un espacio fÃsico amplio que impida el amontonamiento de los juicios; vehÃculos, etc.; material de oficina e implementos suficientes para ofrecer un servicio eficaz. Todo según la población del área urbana y del área rural, de cada cantón.
Remisión de Juicios.
Los juzgados deberÃan enviar a la oficina de citaciones únicamente las boletas necesarias para la citación, y asà evitar la aglomeración, pérdida y confusión de juicios y documentos anexos.
Olvidémonos del «proceso errante», del «juicio gitano» y de su manoseo en muchas oficinas y por muchos empleados.
Con el procedimiento que sugerimos, ojalá algún dÃa los jueces lleguen a expedir las sentencias dentro de doce dÃas; los autos dentro de tres y los decretos dentro de dos, como ambiciosa, aunque vanamente, prescribe el artÃculo 292 del Código de Procedimiento Civil.
El cambio del Sistema Tradicional por un Sistema Técnico y Moderno serÃa siempre un aporte positivo, porque nos permitirÃa salir del marasmo de una legislación caduca, que lleva cien años de retraso en comparación con el sistema procesal de paÃses desarrollados. El Sistema Procesal Oral es una necesidad histórica que debemos asumir sin pereza y sin temor.
Anhelo que estas sugerencias sean leÃdas y aplicadas por los señores Ministros del más Alto Tribunal de Justicia del PaÃs, y que no se las lleve al viento; porque si eso ocurre, las recogerÃamos para convertirlas en el sÃmbolo de la lucha que todos los abogados honestos debemos continuar, con el Directorio Provisional del Colegio de Abogados de Pichincha y los ciudadanos progresistas del paÃs; o las nuevas generaciones nos juzgarán como incapaces de haber vivido con la realidad de nuestro tiempo y nos repudiarán, por el mal que les dejamos.