TERRORISMO INTERNACIONAL
Análisis de sus consecuencias en las relaciones internacionales a partir de los atentados de 11 de septiembre del 2001

Autor: Jean Carlo Huaroc Portocarrero
COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS
WWW.cajpe.org.pe

E L 11 DE SEPTIEMBRE DEL 2001 cuatro aviones comerciales norteamericanos fueron secuestrados por diecinueve terroristas. Dos se estrellaron en las torres gemelas del Centro Mundial del Comercio (World Trade Center) en la ciudad de Nueva York, otro fue dirigido para estrellarse contra el edificio del Pentágono, en Washington. Finalmente, el cuarto avión hizo colisión en Pensilvania, presumiéndose que su curso era estrellarse en el Congreso o en la Casa Blanca en Washington. Como consecuencia, perecieron miles de inocentes de más de 80 países.

Lo acaecido el 11 de septiembre fue un ataque contra la primera potencia mundial: Estados Unidos. Sin embargo, por su envergadura y consecuencias fue también contra la democracia, la tolerancia, la pluralidad de culturas; en suma, contra la esencia de la civilización y de principios básicos que rigen la vida humana y su preservación.

Tal amenaza presenta nuevos retos para todos: cómo enfrentar un reto global llevado a cabo por actores no estatales y cómo establecer una visión positiva y constructiva que enfrente el nihilismo de los terroristas. A su vez, es evidente que los conceptos de estabilidad y seguridad internacional no pueden definirse solamente en términos de equilibrio de poder entre los Estados. Por el contrario, la distribución de recursos mundiales, la gran disparidad existente en la riqueza e ingresos, las reivindicaciones históricas-nacionales de los pueblos, la gobernabilidad de los Estados, o el tratamiento a las minorías, entre otras materias, son de igual relevancia y prioridad para entender todo lo que comprende la teoría y la práctica de la seguridad en el actual contexto de la problemática internacional.

Lucha internacional

La lucha contra el terrorismo debe ser internacional y requerirá de métodos tanto políticos como de inteligencia y militares. Aunque se usa el término guerra, forzoso es admitir el carácter sui géneris de esta confrontación porque no sólo implica una cuestión de seguridad sino también de valores. Los terroristas creen que todo vale en nombre de su causa. Así, no es suficiente desterrar y destruir la red de terroristas de Al Qaeda liderada por Usama Bin Ladem y sus aliados. Es necesario remover el terreno fértil de la desesperanza, la angustia y la exclusión donde las semillas del terror crecen al amparo de un caldo de cultivos que facilita las opciones extremistas, aun si éstas son absolutamente irracionales.

En este sentido, si el terrorismo apela al «vale todo» y por ende, a la amoralidad, la respuesta antiterrorista deberá tener en cuenta el fortalecimiento, la defensa y la vigencia de los derechos humanos. Ignorar tales principios y responder con la exclusiva lógica del poder, es reaccionar con la misma lógica de los terroristas. Ello restringe indebida y peligrosamente la campaña antiterrorista ­de alcance político internacional- a un combate donde también se aplica el «vale todo». Esta posición no garantiza la eliminación del terrorismo y abre las puertas a respuestas que hacen vislumbrar, tras la «razón del Estado», el terrorismo de Estado.

En realidad, el combate antiterrorista busca la aplicación de las reglas de convivencia internacional basadas en la vigencia irrestricta del Estado de Derecho o Rule of law. Esta lamentable coyuntura, donde el terrorismo tiene un rol protagónico, ha mostrado respuestas internacionales que han ignorado los derechos humanos y el Estado de Derecho como parámetro de convivencia social.

Sin embargo, es también una oportunidad sui géneris para recordar las relaciones Entre los Estados en términos de seguridad y equidad.
Algo de esto expresa el planteamiento del Primer Ministro británico Tony Blair cuando afirma que «este es un extraordinario momento para la modernización o reforma de la política el kaleidoscopio ha sido sacudido y sus piezas están dispersas. Pronto ellas se asentarán de nuevo. Antes que ellas lo hagan reordenemos este mundo que nos rodea».

Una campaña global

En este sentido, el contexto político mundial ha cambiado a partir de los sucesos del 11 de septiembre, presentándonos varias lecciones que debemos atender. La primera es que la lucha contra el terrorismo, al igual que la lucha contra la pobreza, hambruna y las drogas requieren de una campaña global. No es una lucha de un solo gobierno por más poderoso que sea o parezca, sino de todos aquellos para los que la seguridad y estabilidad significa la ruta hacia la democracia, libertad, justicia y prosperidad. Adicionalmente, debería ser una campaña integral que involucre todos los frentes y los recursos disponibles. En suma, se requiere de una coalición global, política y no sólo militar de Estados, tanto para ganar la guerra contra el terrorismo como para asegurar la paz, dejado la posibilidad de incluir a la sociedad civil desde la cual se pueda obtener propuestas de solución.

Nuevos conceptos de seguridad

La actual lucha contra el terrorismo es que no existe, en sentido estricto, un frente externo. Tanto el frente externo como el interno son intercambiables. El concepto de seguridad, desde esta perspectiva, es nuevo, caracterizado por su dinamismo para prevenir y proteger de formas dispersas e innovadoras de sembrar el terror.

En este sentido, el nuevo concepto de seguridad no sólo debería proveer de defensa frente aun ataque de mísiles y ejércitos sino también contra la interrupción y abuso de los sistemas que normalmente son considerados inofensivos. Por ejemplo, percibir cómo en los Estados Unidos la red postal mundial puede ser en un momento convertida en un silencioso sistema portador del bacilo de ántrax, con una conexión dispuesta de manera tal que podría afectar cada hogar en el mundo. Igualmente aterradora fue la escena en la cual aviones comerciales se transformaron repentinamente en mísiles guiados.

La profunda interconexión de eventos

Observemos quién financia a Al Qaeda. Según fuentes periodísticas bien informadas, una significativa cantidad de sus ingresos provenían fundamentalmente de la venta de drogas en las calles europeas y estadounidenses. Así, la venta de heroína en ciudades occidentales ayudaría a pagar, vía los campos de entrenamiento terrorista en Afganistán, el secuestro de otras personas y la comisión de actos de terror.

¿Quién es Bin Ladem?.

Se trata de una persona que según la información disponible ha desarrollado la capacidad violentista de su organización, apelando a las muestras de globalización que, paradójicamente, empleó en el ataque al World Trade Center en Nueva York.

La paradoja mencionada muestra un efecto adverso y perverso de la globalización expresado en actos terroristas. La interconexión como esencia de la globalización significa que las causas de los eventos que dan forma a nuestras vidas están sustancialmente lejos de las causas originales.
Son tres lecciones claras y simples que pueden resumirse señalando que para problemas globales se necesita soluciones globales provistas por coaliciones globales. No se puede estar seguro en casa cuando nuestro entorno mundial es inseguro e inestable. La globalización enlaza nuestros destinos en nuevas y complejas formas.

El factor Bin Ladem y el fenómeno Talibán

A partir del ataque terrorista contra los Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001, se desató una aguda crisis internacional, centrada principalmente en la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad. Esta crisis ha generado cambios en las relaciones internacionales por el giro que los Estados Unidos ha impuesto a su política exterior, donde ahora prima el poderío militar y en coaliciones generadas en torno a los objetivos políticos y militares de la primera potencia mundial. El ataque terrorista ha sido atribuido, con argumentos cada vez más convincentes, a la organización terrorista Al Qaeda y, en particular, a su líder Usama Bin Ladem quien no sólo maneja una concepción fundamentalista y distorsionada del islamismo, sino que han unido a ello una voluntad política y los recursos para realizar mayores atrocidades.

Usama Bin Ladem tenía instalado el cuartel general de operaciones de Al Qaeda en Afganistán desde 1996, pero su red de operaciones era a nivel mundial, incluyendo campos de entrenamiento, almacenes, facilidades de comunicación y operaciones comerciales que permiten elevar sustancialmente el dinero que sufraga sus actividades. Estas actividades incluían la explotación sostenida de tráfico ilegal de drogas desde Afganistán.

Es decir, que si la concepción de Al Qaeda puede calificarse como ideológicamente arcaica y tradicional, su organización era en cambio ágil y moderna. Sin este dinamismo la agresión contra los Estados Unidos no habría sido posible.

El movimiento Al Qaeda tenía estrecha y recíproca alianza de dependencia con el régimen Talibán.

Los Talibán

Cuyo nombre en árabe significa «buscadores de la verdad»- son uno de los grupos de los muyajedin (conocidos también como «guerreros sagrados» o «luchadores por la libertad») que se formaron durante la guerra contra la ocupación soviética de Afganistán.

La popularidad de los Talibán entre los afganos se originó al ser capaces de poner fin a la anarquía, los conflictos permanentes, la corrupción y el abuso, producidos bajo el dominio de autoridades militares. Al restaurar la paz, facilitar el comercio y establecer un nuevo orden social, los Talibán fueron vistos por muchos afganos como un movimiento liberador.

Sin embargo, el establecimiento de este nuevo orden social por parte de los Talibán, bajo la dirección del Mullah Mamad Omar, fue a través de la institucionalización de una rigurosa y a la vez estricta interpretación del Sharia o Derecho Islámico.

Esta controvertida interpretación del Derecho Islámico, que para muchos académicos islámicos especialistas del mismo constituye una «gruesa distorsión», permite ejecuciones y castigos públicos, tales como los flagelamientos, el maltrato sistemático a la mujer, la represión de los sentimientos y la más elemental expansión de goce humano de vivir, con el propósito de erradicar cualquier influencia «no islámica».

Derecho Islámico

Para la «preservación» del derecho islámico desde la cuestionada óptica Talibán se estableció una policía religiosa denominada «Departamento de la Promoción de la Virtud y Supresión del Vicio». Este departamento ejerció un asfixiante paternalismo en especial contra las mujeres, motivando protestas por parte de organizaciones de derechos humanos y de la comunidad internacional.

Las órdenes emitidas por este Departamento incluían el cierre de escuelas para mujeres, su exclusión absoluta en cualquier tipo de trabajo fuera de sus hogares y el cubrirse de pies a cabeza cuando estuvieran fuera de sus hogares sin la compañía de algún familiar varón. Aquellas que desobedecían algunas de estas prohibiciones corrían el riesgo de ser golpeadas incluso por oficiales del Departamento.

Apoyo logístico, financiero y militar

De otro lado, Usama Bin Ladem y Al Qaeda proveían al régimen Talibán con apoyo logístico, financiero y militar. A su vez, conjuntamente impulsaban y usufructuaban el comercio de drogas. Así, el régimen Talibán permitió a Bin Ladem operar sus campos de entrenamiento terrorista y realizar sus actividades desde Afganistán, protegiéndolo de ataques externos y protegiendo las reservas de droga.

En resumen, Usama Bin Ladem no hubiera podido ejercer sus actividades terroristas sin la alianza con el régimen Talliban. A la vez, la fortaleza del régimen Tallibán se hubiera debilitado rápidamente sin el respaldo militar y financiero de Bin Ladem. La acción militar contra Afganistán tuvo como objetivo romper esta alianza, forzar la caída de los Talibanes y capturar a Bin Ladem . Esto último todavía no lo ha logrado.

Usama Bin Ladem nació en RIAD, Arabia Saudita, en 1957. Es el hijo número 17 de una acaudalada familia dedicada al negocio de la construcción. Estudio religión, Ingeniería Agrícola y Ciencias Políticas en la Universidad de Abul Asís. Su fortuna se estima en unos US$ 250 millones. En 1979 se unió a los guerrilleros islámicos (muyajedines) que combatieron contra la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, recibiendo apoyo de la CIA. Posteriormente, rompió relaciones con su familia siendo expulsado en 1991. Decidió entonces trasladarse a operar en Sudán, pero en 1994 sus actividades políticas y su extremismo islámico lo llevaron a ser considerado como enemigo público por los Estados Unidos. Salió por ello de Sudán para trasladarse a Afganistán.

Se atribuye a la Guerra del Golfo Pérsico, la presencia de soldados americanos en Arabia Saudita y el hostigamiento a Sadam Hussein por parte de Estados Unidos los hechos que encendieron una suerte de gran nacionalismo islámico, al punto de obrar en él una conversión que lo llevará a declarar haber tenido una «visión» acerca de un verdadero objetivo en este mundo, que no era otro que lavar las afrentas al Islam infringidas por la gran potencia occidental.
De algún modo, una vieja relación de agravio entre occidente y el mundo árabe, en la que más de una vez se invocaron motivaciones religiosas, pero donde el verdadero motor es económico y político, ha reavivado una vieja tensión histórica.