Deporte y política

Por: Dr. Osvaldo Paz y Miño J.
EXPERTO EN DERECHO DEPORTIVO
EXPERTO EN DERECHO LABORAL
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El deporte esta en la mira de los partidos políticos, ahora más que nunca. Lo que lo pone al borde del precipicio. Jinetea en el Congreso un proyecto de Ley, cuya sustancia radica en la toma de las entidades deportivas de Derecho Privado, como el COE de inmediato, y sobre cualquier coyuntura ,más tarde, será la F. E. F. –

No resulta casual, sino causal, que el sector oficialista y sus disimulados aliados apoyen un proyecto, que no es más que un mamotreto, en el que no se encuentran aportes que integren al Ecuador deportivo en la modernidad y realidad internacional, sino que por el contrario, lo regresan al oscurantismo estatizante, de épocas ya superadas. No caben ahora los vicerazos.

Al deporte por desgracia le han puesto el ojo los políticos. Lo quieren para uso clientelar de los gobiernos de turno y o los partidos que lo apoyen frontal o sesgadamente.

Contra la corriente universal en el Ecuador, se pretende consolidar la presencia de un elefante blanco estatal, que quiebre la autonomía de las entidades deportivas, que se deben a una normativa internacional, como la FIFA O EL COMITÉ OLIMPICO INTERNACIONAL y sujetarlas al capricho o al palanqueo del ocasional funcionario gubernamental.

El deporte ecuatoriano, de aprobarse como tal, el siniestro proyecto de ley que circula por el oscuro palacio legislativo, será botín político e instrumento para las vilezas, de esas que pululan en al ambiente político y que tienen hastiada a la nación que encontraba en el deporte un espacio, no contaminado.

Que tristeza.

Los políticos se reparten el deporte. Que miopía legislar sobre la coyuntura y el odio. El poder, se olvidan, los que ahora lo detentan es, por largo que sea, finito, se acaba. Los sabios legisladores miran hacia el futuro, por el país y su progreso y no por sus peregrinos intereses del momento.

El uso del deporte para sustentar campañas políticas de cualquier índole es acto de corrupción, ya que se manipulan los sentimientos colectivos y aportes populares de todo tipo, en beneficio de un personaje o partido. Las entidades deportivas y los deportistas no han de servir de plataforma a ningún grupo y a ningún famosillo.