Los futbolistas merecen respeto

Por: Dr. Osvaldo Paz y Miño J
VICEPRESIDENTE ACADEMIA OLIMPICA DEL ECUADOR

E N TODOS LOS ASPECTOS. Partiendo del hecho de que son seres humanos. Especiales sí, en el hecho de que practican una profesión para la cual no todos tenemos aptitudes. Ellos son la materia prima del deporte más popular del mundo y como gente de espectáculo deportivo que son, cuanto más buenos, cobran mejor, aunque en ciertos casos, lo de cobrar se les vuelva cuesta arriba.

El respeto entre las personas que integran el grupo social es básico para la convivencia en armonía. Cuando el equilibrio se rompe y se invaden los derechos ajenos surgen los problemas. Para demandar respeto si los irrespetan deberán conocer las normas del Estado y del propio fútbol que los amparan. Así por ejemplo, para trabajar por tal o cual club, suscribir siempre contratos. Enterándose del contenido de los mismos. Exigir de su empleador, el dirigente del club, una copia del convenio y asesorarse con un profesional cuando tenga dudas legales o económicas. Los contratos se inscribirán en la F.E.F. Siempre.

En las relaciones con los medios de comunicación, el futbolista habrá de cuidar los espacios de su vida privada. Respecto de su imagen pública, ha de autorizar el manejo comercial de la misma. Muchas personas o instituciones lucran de promocionar productos o servicios, sin pagar derechos de uso de imagen a los profesionales del fútbol.

Más, si algo deben proteger los futbolistas, es su dignidad personal, su honra. Vivimos en un estado de derecho y nadie tiene patente para calificar o denostar al prójimo, por más pública que sea la actividad de este, o por más importante que se crea, el que se atreve a injuriar. Conocimos que José Francisco Cevallos, ha confrontado un caso, dejando sentado un valioso precedente, ha reclamado con firmeza y altura a quien a través de un medio de comunicación lo ofendió públicamente. Un acto de reivindicación personal y profesional, que se aplaude y que demuestra liderazgo. No deben los futbolistas doblar la cabeza ante nadie, y menos ante los insultadores, sean estos comunicadores, o personas que, al amparo del dinero o del poder político o dirigencial, los apuntan y los ofenden. La agremiación de futbolistas, no solo ha de preocuparse por los problemas económicos, sino también por estos otros casos.