A Iván Vallejo y sus iguales

Por: Dr. Osvaldo Paz y Miño J.
EXPERTO EN DERECHO DEPORTIVO
EXPERTO EN DERECHO LABORAL
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Que no soy su amigo. Si que su admirador. Como de todos los montanistas. También de Santiago Quintero y otros, Quijotes de las nieves. Locos seres humanos. Sacrificados, voluntarios andariegos de las elevaciones. Que se juegan la vida por deporte a cada paso mientras recorren los agrestes caminos que los llevaran a las cumbres.

Deportistas diferentes. A los que no se los debe encasillar para otorgarles un pergamino dentro de aquellos que están envueltos en competencias de cualquier tipo con otros de sus pares. Los escaladores, si compiten con alguien, lo hacen con ellos mismos. Su único y noble rival es la naturaleza. A la que respetan y los respeta. Son cultores, ellos, del juego limpio y del ejercicio más difícil de todos. Conocerse a si mismos, para dominar las alturas, la soledad, el miedo, las pasiones, los malos hábitos. Sin ese corpus espiritual y mental, no podrían superar las enormes barreras de hielo o de roca que suelen cruzarse en sus recorridos.

Por lo dicho es un grave error juzgar a estos deportistas, que se cuelgan de las ventanas de los cielos, como a los otros. Es poco saber ponerlos en la misma balanza para el hecho de concederles reconocimientos profanos: medallas o diplomas. Declarar desierto un reconocimiento por que no soy atletas de competencias suena ofensivo. Más esta hecho. Los trofeos cada uno de los hombres y mujeres de montaña los llevan marcados en su cuerpo. En sus mutilaciones. Y en la ruta hacia el abrazo con el Gran Arquitecto del Universo, que se la saben de memoria. Todo hacia arriba.