Por Beatriz Suárez
Asociación de Mujeres Abogadas del Ecuador

H URGAR EN LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL es la respuesta a una fantasía atrabiliaria apasionante. Allí, recorriendo los confines de la historia, asumo de pronto que » el hambre», fue un determinante regenerador de vida, pues su satisfacción colmó de fuerza a las especies que tomaron ventaja. La sola fuerza, sin embargo, no fue suficiente para la conservación del ciclo vital, por eso es que la naturaleza sabia puso el sentimiento, y entonces hubo «el amor», cuya manifestación mas pura se encuentra en la reproducción y protección a los hijos.

El hombre

Especie aventajada, es sin duda el hombre, que se supo proveer de un cerebro dispuesto a evolucionar, primariamente imitando, concentrando luego sensaciones secundarias que le crearon la necesidad de dormir, jugar, alardear, de eludir el peligro. Así se supo del «placer» y del «desplacer». La sensación placentera, hundió al hombre en su búsqueda, llevándolo por estadios evolutivos milenarios, desde trashumante colector, pastor, manufacturero hasta científico; pero paralelamente apareció el antagonismo, cuando se hizo posesivo he inducido a elegir: allí, apareció «la voluntad».

El Estado

Los nexos de sangre y los intereses reproductivos, que lo obligaron a abandonar el nivel puramente instintivo, serían las causas para la organización gregaria, en la que quiere aceptación personal en base de una actitud pública, incorporándose al acervo evolutivo «la vanidad». Esta, alimentada de costumbres, moda y fundamentalmente de un código moral, desenlaza el aparecimiento de «El Estado», como un arbitrio para garantizar el producto de la evolución que han costado milenios de
experimentar intentar, fracasar y por supuesto, triunfar, imprimiéndole carácter regulador y coercitivo, con lo que alcanza ciertos niveles de estabilidad que no se pueden sacrificar. Entonces fue necesaria «la represión».

El hombre indómito a las incorporaciones prohibitivas, debió ser obligado a aceptarlas por medio de la disciplina y la fuerza; como consecuencia se estableció «la autoridad» y con ella «el miedo».

El derecho

Pero como el miedo es un sentimiento contrario al placer del que el hombre es incansable buscador, ajustando el proceso a su interés, encontró lugar para «el derecho», entendido como una pretensión exigible que tiene que ver con permitir, hacer o gozar; aunque tales facultades no necesariamente son incondicionales sino que tienen límites correlativos que por necesidad semántica se las llamo «obligación».

La Ley

El derecho, a su vez, necesitó ser intangible para su observación general, por eso debió ser escrito, por eso se engendro «la Ley «.

El Ministerio Público

Nosotros, parte al fin del género humano, hemos sido asimilados por los procesos evolutivos, llegando, a lo mejor con un poco de atraso – al desarrollo. Es así que el Ecuador reunido en Asamblea Constituyente, promulgó la Constitución Política de la República, en junio de 1998 e incorpora entre las instituciones fundamentales del Estado al » Ministerio Público», con autonomía administrativa y económica, con fines de prevención en el conocimiento de las causas, investigación e impulso de la sustanciación preprocesal penal; además de asumir la vigilancia del funcionamiento y aplicación del régimen penitenciario, la rehabilitación social del delincuente, protección a las víctimas, testigos y otros partícipes del juicio penal; la lucha contra la corrupción y el patrocinio público.

Magistratura particular

La inserción institucional del Ministerio Público con una mayor estructura orgánica, lo ubica como una magistratura particular (como lo dice Hugo Alcina) clave, dentro del proceso del avance de la maravillosa organización humana, por ser tarea del Estado la felicidad de su población , para lo que necesita reprimir y controlar las inconductas sociales que laceran el desarrollo armónico; pues a la par que asume su papel inquisitorio, redime al elemento desestabilizador, poniéndole rostro más humano a la perspectiva del ensamblaje de la historia, que por momentos ha perdido de vista al Hombre como objeto puro del derecho.